domingo, 25 de agosto de 2024

MANUEL CLEMENTE OCHOA Y CASCANTE

 


 

Llamé este mes de junio a Manuel para ver si podíamos reunirnos poetas y pintores este verano en Cascante. Pensaba en todas las oportunidades que perdemos de charlar con los amigos que apreciamos y apelamos al consabido; “A ver si nos vemos”, pero nunca llega. Así que eché mano del móvil   y llamé a Barcelona

Me cogió Conchita. Conchita es canaria, y tiene una voz suave y un carácter afable. Conchita y Manuel forman un matrimonio muy acorde. Debieron conocerse cuando Manuel estaba de catedrático en la Universidad de la Laguna, ya que Conchita también fue docente.  Dado el apego de Manuel con Cascante, Conchita se animó a convertirse también en cascantina. Hacia los años 90, compraron un piso en la calle de San Pedro. A Manuel le gusta volver con la familia y confraternizar con los paisanos; la última vez que nos vinos, todos con pañuelicos rojos al cuello y mucho follón, fue en fiestas tomando el aperitivo.

Conchita, al teléfono, me dice que no pueden ya venir porque Manuel sufrió una caída y acusa todavía secuelas. Me pasa con Manuel. La voz del amigo suena como siempre, quizá algo más lenta, y me dice lo mismo que Conchita, que no conduce, que no puede conducir, que no viene. Es una conversación cariñosa pero corta porque no lo quiero entristecer ni hacerlo esforzarse para hablar conmigo.  Aunque no haya disparado, que yo recuerde, el cohete al grito de ¡Viva la Virgen del Romero! ni leído el Pregón de las fiestas en la basílica, Manuel es en su pueblo popular y querido.  Me decía que le hubiera gustado modelar las puertas de la Basílica de La virgen Romero en bronce, pero no se hicieron. Manuel, navarro y ribero, adolece del virus del cascantinismo. El que nace en Cascante, lleva consigo una especie de virus, de tal manera que, esté donde esté y sea lo que sea profesionalmente, sigue reiterada y machaconamente ejerciendo de tal. Así es el virus y fuera de aquí todos saben que Manuel es de Cascante porque lo presume. Ir con él por las calles de Cascante es ir cogiendo capazos, porque con todos se para y a todos atiende. A mí me gustaría que Manuel fuera nombrado hijo predilecto de la ciudad de Cascante

Fue finales de los 80 la recuperación del artista en Cascante.  En esas fechas, era catedrático de la Universidad de Barcelona. La primera exposición retrospectiva de su obra en nuestra ciudad natal se hizo en la Casa de Cultura, impulsada por el entonces concejal del Ayuntamiento, Paco Montaña. Participó en el IV. Centenario de fray Pedro Malón de Chaide con la escultura del agustino que se emplaza en la explanada del parque del Romero (1886). Era entonces concejal de Cultura, Juan Rueda. Patrocinada por la Fundación Fuentes Dutor, es la de Malón de Chaide obra escultórica figurativa, ya que quiso devolverlo a sus paisanos como reconocible; nos dijo entonces, que lo pensó un fraile cercano con el pie en actitud de paso hacia adelante, pues entendía que había sido Malón de Chaide un religioso avanzado para su época, y que en ese pie dinámico que emprende el paso y camina, quería reflejar la actitud de religioso. Malón de Echaide fue defensor del castellano de la prioridad de la lengua vernácula sobre el latín, postura que también defendía su compañero en la orden, Fray Luis de León.

“Entrega”. (20OO). Es una escultura abstracta de acero oxidado y muestra la evolución de los materiales empleados y se encuadra en su etapa escultórica de dos volúmenes alargados que dialogan.

La segunda escultura, de Manuel Clemente Ochoa en Cascante. Está emplazada en la Bodega Cooperativa Malón de Chaide”. Constituye la Bodega un signo del patrimonio agrícola colectivo, que empezó siendo una obra cooperativa de la ciudad (y se ha convertido en una empresa reconocida y de éxito. Lleva una dedicatoria: “A nuestros viticultores”. Los encuentros empiezan en la cata al calor de una copa de su buen vino, gracias a la entrega de uvas de los cooperativistas que siguen cultivando las viñas.

“Puerta de la amistad”, (2011) La evolución de la obra del escultor muestra la utilización de nuevos materiales, en este caso el acero inoxidable pulido al espejo; las líneas escultóricas esquemáticas sugieren a la ingravidez de la materia y una puerta en un espacio abierto.   Es su tercera escultura. Donada por Manuel a Cascante, está situada en la rotonda de la travesía de la carretera a la entrada de la ciudad. La escultura abstracta abre el paso al casco urbano. Así que quien accede sabe reconocer que está entre amigos

Sin pretender ser exhaustiva, Manuel tiene obra escultórica urbana en Lausana; Barcelona, Gavá, Castelldefels, Canet, Andorra, Béziers, Argentina, Montpelier, Lanzarote, Villafamés, Castellón, Zaragoza, Madrid, Andorra, Tenerife, Burdeos, Dubái, al Quaiwain y en museos de Francia, Italia, Andorra, Argentina y España Es uno de los escultores navarros de mayor proyección internacional.  

La exposición en Cascante fue una carta de presentación en Navarra. Hay a partir de su exposición en su ciudad natal escultura: “Busto de Jesús Basiano (1990) figurativa en Murchante; “Monumento a los Fueros (1990), en Estella; “Personajes” (1994) en el parque Tomás Caballero de Pamplona, bronce a la cera.  “Forma vegetal” (1995), en Pamplona, bronce a la cera; “Encuentro”, bronce patinado (1997) situado en la Universidad de Navarra, Pamplona ; “Arraigados”, en el señorío de Bértiz bronce ( 1995) y en Tudela “A la tres culturas” (1997) de acero  inoxidable  y Conciliación(2006), también de acero inoxidable, todas ellas de arte abstracto.

En sus declaraciones al crítico de arte navarro Javier Zubiaur, Manuel declaraba que  su afición a modelar y sus gusto por las formas quizá nació cuando de niño vio desde su casa en la plaza de la fruta el incendio que  asolaba el retablo mayor de la iglesia parroquial de la Asunción  y cómo se  iba sacando a la calle  las figuras troceadas de ángeles, querubines, apóstoles y molduras, un mundo de belleza que asombró a un niño muy pequeño- tres años- que admiraba asombrado lo que iban rescatando del retablo en llamas. El retablo era obra de Pedro González de san Pedro y Ambrosio Bencoechea, inaugurado en 1600, fue uno de los retablos mejores del romanismo en Navarra, quemado casi en su integridad en 1940.

Manuel tenía desde el nacimiento el don del dibujo. Pertenece a la generación de la posguerra. Nacido en Cascante en 1937 a inicios de la guerra civil en una familia que debió perder pronto al padre; la madre tenía una tienda de ultramarinos y luchó para sacar adelante a sus hijos. Es sorprendente que Manuel confiese al crítico de Arte que el nacimiento de su vocación se inició al contemplar aquel incendio, era una mala época para el florecimiento artístico. Quizá en su cabeza de niño quiso reconstruir esos angelotes troceados y esas formas movientes y sinuosas de las llamas. Cuentan que cuando a su madre, María la totica, le preguntaban por su hijo mediano decía que en cuando tenía un papel y un lápiz dibujaba una y otra vez “moñacos”.

 Fue un chico estudioso y esforzado, que se hizo a si mismo en tiempos en que en Cascante no se podía cursar el bachillerato, debió estudiar (creo recordar que me dijo) porque Iba y venía en bicicleta a Tarazona. No estoy segura de recordarlo bien, pero lo que si dice y documentan sus datos biográficos es que continuó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios en Zaragoza (1957) posteriormente en la Escuela de San Jorge de Barcelona (57-61). Obtuvo cátedra de Enseñanza Media (1962), fue profesor de la Universidad de La Laguna (1963-68) y ha sido catedrático de Expresión Visual y Plástica de la Universidad de Barcelona.

 Manuel Clemente Ochoa hoy es reconocido internacionalmente. Como escultor, “Poeta del bronce”, le llamó la crítica en esta primera época, algo tiene el bronce de sus esculturas del brillo azul del fuego entremezclado con el humo y la ceniza y las formas envolventes de las llamas que ascienden hacia el cielo. Como Poeta, porque su verticalidad tiende a la mística, a la espiritualidad filosófica y conceptual. Su evolución escultórica le llevó a la pura abstracción, experimentando con otros materiales fríos como el acero inoxidable y el acero cortén. Son habituales las esculturas en dos volúmenes estilizados y verticales con formas ascendentes en forma de diálogo. La obra posterior tiende a la ingravidez, a la superación del espacio. Frente a la preferencia de los escultores del norte, influidos por la escuela vasca, por la rotundidad del volumen y las líneas angulosas y rectas, Manuel Clemente Ochoa utiliza las formas curvas.

Como pintor, prolongó en sus cuadros la etapa figurativa expresionista hasta 1970, aunque en una segunda etapa pictórica juega con los volúmenes e influye su forma de entender la modelación y el relieve.

Como grabador, la que esto escribe formó parte del colectivo de una pintora y siete poetas cuyos poemas Clemente Ochoa convirtió en grabados de color. Fueron siete poemas de siete poetas navarros que expusimos en la Casa Navarra en Barcelona, la Casa Vasca en Madrid y Centro Cultural Castel Ruiz en Tudela.

Como profesor, la visión crítica de la obra de los demás es la visión de un artista total que al mismo tiempo ejerce la docencia y la reflexión profesoral

La fuerza de las esculturas de Chillida, me dijo en una ocasión, está en la materia utilizada, la fusión del hierro, al doblega el hierro trasmite su fuerza.  

Dediqué un poema a Manuel que sigo conservando:

 

“De cómo le pedí a Manuel Clemente Ochoa, poeta del bronce, la inmortalidad”

 

 

Pregunta una verdad que esté viva, que vibre.

Pregunta dónde dios, dónde la tierra, el hombre

donde esconder el mar

y te diré: unas manos.

 

Yo soy palabra, amigo

voy hacia ti, detenme

fíjame en el lenguaje de tus manos.

 

Escribe tú mi voz en la materia

modela entre los dedos este impulso

que inventamos, belleza

del humano mensaje en rebeldía.

 

Tú que amarras la nada en un volumen

tú, que vas arrastrando en las yemas del tacto

de raíz a raíz, de mito a mito

el aliento d un alma colectiva.

Tú, poeta del bronce donde escribes

a sensual golpe de la inteligencia

tú, que el hechizo atrapas

de la voz de la luz, verso de abismo,

tú que vas derramando tu poema

en los poros abiertos

de tu tacto, de escultura a escultura

Fíjame en tu lenguaje.

 

Yo solo soy   el aire, soy palabra.

Tu voz y tu respuesta son tus manos.

El corazón del hombre son sus manos.

En la piel de tus bronces

palpo tu corazón, tu poesía.

 

Manuel, brindaremos por ti en estas fiestas de Cascante.  Donde está tu obra, tú nos acompañas. A ver si le ponemos un pañuelico rojo a Malón de Chaide en tu nombre.

¡Felices fiestas, paisanos!

Charo Fuentes Caballero, Pamplona, julio 2024