jueves, 11 de julio de 2024

“De cómo le pedí a Manuel Clemente Ochoa, poeta del bronce, la inmortalidad”

 


“De cómo le pedí a Manuel Clemente Ochoa, poeta del bronce, la inmortalidad”

 

 

Pregunta una verdad que esté viva, que vibre.

Pregunta dónde dios, dónde la tierra, el hombre

donde esconder el mar

y te diré: unas manos.

 

Yo soy palabra, amigo

voy hacia ti, detenme

fíjame en el lenguaje de tus manos.

 

Escribe tú mi voz en la materia

modela entre los dedos este impulso

que inventamos, belleza

del humano mensaje en rebeldía.

 

Tú que amarras la nada en un volumen

tú, que vas arrastrando en las yemas del tacto

de raíz a raíz, de mito a mito

el aliento d un alma colectiva.

Tú, poeta del bronce donde escribes

a sensual golpe de la inteligencia

tú, que el hechizo atrapas

de la voz de la luz, verso de abismo,

tú que vas derramando tu poema

en los poros abiertos

de tu tacto, de escultura a escultura

Fíjame en tu lenguaje.

 

Yo solo soy   el aire, soy palabra.

Tu voz y tu respuesta son tus manos.

El corazón del hombre son sus manos.

En la piel de tus bronces

palpo tu corazón, tu poesía.

miércoles, 10 de julio de 2024

MENAS

 


No voy a descubrir yo el Mediterráneo, ni voy a aportar soluciones a un problema que desconozco, aunque no me sea ajeno. No voy a presumir de ser social y buenista, porque no lo soy, aunque siga creyendo en los valores que como humanos deberíamos a asumir, si queremos que el mundo futuro sea más vivible y justo.

Tengo una amiga que es profesora en un instituto de Enseñanza Media en Marruecos y me comenta que a veces algunos alumnos suyos desaparecen durante varios días y luego regresan. Suelen ser, me dice, buenos estudiantes. Cuando les regaña por su ausencia, le responden que es que han intentado llegar a España, pero no lo han conseguido. La profesora les amonesta, les advierte de los riesgos que tiene y que. pueden morir en el intento. Le contestan que ahora ya están muertos.

Equivocados o no de que van a encontrar una mejor vida, me planteo el drama de quien llega abandonando todo, también sus estudios, y aquí vagabundea sin ningún tipo de aliciente, y algunos caen en la marginación y los hurtos. Ignoro si a esos chicos se les da clase de algo, se escolarizan, aunque sea exclusivamente en enseñanzas para ellos. Ese vagabundear produce rechazo en las comunidades donde llegan, es lógico y comprensible. ¿No hay alguna forma de que se sientan útiles, de que aprendan algo que les ayude a convertirse en ciudadanos aceptados?

Imagino a mi amiga, mirando alguna vez una ausencia que ha acabado en el mar o vagando sin rumbo en una calle española cualquiera.