Se viaja para conocer, para
aprender, para reconocerse, para poner en tela de juicio lo conocido y saber
otras formas de vida, otros paisajes, otras escalas de valores, otros dioses, otras
dimensiones. Se viaja para vivir más. Cuba representaba algunas de todas esas
cosas. Lo conocido en teoría y desconocido in situ se muestra como un
experimento político que, a ojos vista, no resulta exitoso, sino trágico para los que tenemos de todo: “Regálame el paraguas que llevas colgado”, me
dijo una vendedora de artesanía, de uno de los dos mercadillos turísticos que
encontramos en la Habana, “te lo cambio por lo que quieras”, y cuando me
marchaba sin dárselo, otra vendedora me salió al paso: “Vosotras tenéis de
todo, nosotras de nada”. Así que mi conciencia hizo aguas y le di mi paraguas
plegable; me lo cambió por unos pendientes con un trocito de concha blanca y
negra.
No tienen la culpa los ciudadanos
de Cuban de su embargo, son resistentes y alegres y, aunque exista también la
picaresca y las mafias (y hubo quien nos timó) no parece que se mueran de
angustia ante una situación que para cualquiera de nosotros resultaría inaguantable.
No tienen la culpa los ciudadanos de tener pésimos gestores de lo público; y
digo pésimos porque la teoría de lo común, la igualdad y el Estado parece que nada tienen
que ver con la práctica, y el resultado es que yo – turista- puedo cenar tres
días langosta fresca a la plancha, riquísima, por menos de 10 euros, mientras
los cubanos hacen colas para comprar coles, y a mitad de la cola se acaban. No
tienen la culpa los cubanos de que. pese a su alta capacitación sanitaria,
estén desabastecidas las farmacias. No tienen la culpa. Ojalá cambien sus condiciones de vida, y venga
el turismo a sus inmensas playas de arena fina y blanca, y evolucione la
política a un régimen abierto; y consigan ser a una sociedad próspera, sin
burdeles, ni mafias donde no sean los casinos su fuente de riqueza; y se
progrese hacia una sociedad comercial, industrial, turística e integrada. Ahora no hay ni siquiera pan, ni cerveza, ni
comida ni nada en el aeropuerto internacional de la Habana, solo botellines
pequeños de agua sin enfriar. El día que regresábamos tampoco había agua en los
baños y mejor no contarlo. Y porque quizá el turismo ha debido caer durante el
COVID, no parece que haya mucha gente moviéndose por las zonas turísticas, pese
a su riqueza arquitectónica, sus precios irrisorios y su paisaje idílico. Llegaban
al aeropuerto cubanos con fardos de rafia enormes como los africanos. Desde el
Morro vimos salir de la bahía un trasatlántico holandés. Coincidimos también
con alguna pareja joven de españoles, tan sorprendidos como nosotros. En el
aeropuerto marinos gallegos con sus mujeres regresaban a España. Pregunto si es
buena la relación que tiene España con Cuba, pero no saben. Sentimos tristeza
por la situación de la América española que no remonta.
Para España fue Cuba una
provincia más. Trazaron sus matemáticos militares infraestructuras y edificios
defensivos de la misma importancia que los de España, como La Cabaña y el Morro
de los Tres Reyes. El castillo del Morro
de los tres Reyes, del siglo XVI, fue obra del italiano Juan Bautista Antonelli,
al servicio de la Corona española. De gran importancia estratégica, protegía a
la ciudad de las invasiones inglesas y de los corsarios. (que eran lo mismo) Con forma de polígono,
vence las dificultades constructivas proyectándose en el mar en ángulo agudo y escalonándose en tierra. Nos
detenemos para ver dos importantes exposiciones relativas a la historia
militar, una sobre en encuentro de las dos culturas, España- América, que muestra una reproducción
de una carabela y textos que aclaran la situación de ambas civilizaciones en el
momento de la llegada de Colón. La segunda exposición, magnífica, mostraba
textos, planos y fotografías de todos los baluartes marítimos defensivos construidos
por España, tanto en España como en América, el nombre de todos los ingenieros
que las construyeron y las características técnicas, realmente rigurosa. Es el
Morro un baluarte del que sentir orgullo de saber nuestra historia española. Quedé
agradecida de conocer por los cubanos más que lo que nos cuenta de nuestra
historia España. La Fortaleza de San Carlos de la Cabaña es la más grande
estructura militar construida por España en América, un área de 700 m de largo
por 240de ancho. situada en lo alto del litoral este. Tiene forma de polígono. Está
cubierto por baluartes, foso, revellines, cuarteles y almacenes. El sistema defensivo de la Habana y la Ciudad Vieja, con sus palacios y casas barrocas y neoclásicas fue declarado por la UNESCO patrimonio de la Humanidad en 1997.
España formó en sus acadenias militares a los ingenieros militares cubanos que trazaron
importantes infraestructuras, así Francisco de Albear, ingeniero militar del
siglo XIX, al servicio de la Corona española que hizo, entre otras obras, el
proyecto y ejecución del canal del Véneto, o de Isabel II, acueducto que
solucionaba el abastecimiento de agua a la ciudad de la Habana. La obra mereció la Medalla de Oro de la Exposición Universal de París en 1878 ; fue considerada una
obra maestra de la ingeniería universal del siglo XIX. Desde mitades del siglo XIX, adquieron importancia los ferrocariles que recorrían la isla y comunicaban sus ciudades, sus plantaciones tabaqueras y sus ingenios; funcionaba el trasporte por la ciudad de la Habana con tranvías electricos. Cuando España pierde la guerra, en 1898, Cuba ya se estaba trasformando en un país modernoy próspero con industrias importants de tabaco, caña de azucay, ron y chocote y un activo comercio con Europa y Norteamérica.
La influencia a americana, las inversiones y
una economía boyante trasformaron la ciudad de la Habana en una metrópoli, se refleja en la
arquitectura de las casas de principios de siglo XX ( que conviven con las de época colonial en la Habana vieja) el Capitolio y el Malecón de ocho kilómetros que detiene el mar en la zona norte. El Malecón complementa el trazado en una amplia avenida de seis carriles. El Malecón habla de cuando Cuba era próspera, es un impresionante
muro de hormigón armado desde donde muestra el mar su belleza siempre
embravecida, preciosamente azul, azul por la mañana, azul por la tarde.
No solo por sus monumentos y sus
playas me conmueve Cuba, ni por esa historia que subyace y se abre como las
madreperlas de sus arrecifes. Nos reconocemos. Estando nosotros en la Habana murió Pablo Milanés. Como cuando
éramos niños los boleros de Machín, las trovas de Milanés nos acompañaron en la adolescencia. y no han cesado . Acabamos nuestra visita en un espectáculo, oyendo a los troveros cantar las viejas canciones de siempre, que hasta nos invitaron a los espectadores a bailar subiendo al escenario en una cadeneta fraternal y divertida.. Una cultura hermana durante muchos siglos. Y una lengua. Leonardo
Padura fue premio Princesa de Asturias de las Letras, 2015 y Félix Viscarret lo
acerca con sus películas, y hasta el protagonista, Mario Conde, se llama como un famisísimo ex-banquero español.
Cuba y España siguen trazado lazos. Nos vamos de La Perla del Caribe con desilusión. Merecen los cubanos que les sonría más la vida, una vida libre y próspera. Que tengan suerte