lunes, 5 de septiembre de 2022

Almudena, Luis y la alegría

 

Es difícil transformar el supremo dolor en una explicación de la alegría. Hay algo impúdico en cada sentimiento de uno mismo que se comparte con todos los que quieren acercarse a su lectura. Y, sin embargo, en esa entrega del sentimiento pesonal, aunque sea el dolor, en ese dolor entregado y desmenuzado hay una estela luminosa que sirve de claridad a los que se acercan a entenderlo. No es negativo, todo lo contrario: Lección de cómo convertirl la vida en arte y el dolor en asumible.

En el caso de Luis García Montero, aún convertida la vida y la muerte en Arte poetico , hay un "compromiso" ético, o, si preferís, político, que puede no compartirse. En mi caso: Sí, la ética civíca; no el resultado político. Porque no  todos los lectores de Almudena Grandes o de los artículos en prosa de Luis García Monero  tenemos su misma ideología de partido y porque su lectura hace reflexionar pero no determina el pensamiento del lector, o no siempre.

En Luis, creo que la poesía es el resultado de su compromiso con la vida y que en ese compromiso "poético"no suele ser agresivamente radical sino bellamente meditativo. Esa "conversación" , más machadiana o de Jovellanos que lorquiana, sigue una tradición reflexiva que nos ayuda a detener y pensar. Su reflexión de hombre inteligente sirve de claridad para entender un camino vital que no sólo es el suyo propio sino el de una generación y, en cierta manera, la del ser humano en su transcurrir

 Llegar por el dolor a la alegría, como decía otro gran poeta, es una hallazgo ciertamente envidiable. 

En la sutileza de su pensar desmigado en versos, en su conversación "con uno mismo" encontramos  la entrega a los demás covirtiendo su experiencia en una conciencia "puesta en pie": Una conciencia. Para eso sirve, entre otras cosas, la buena poesía.