lunes, 23 de agosto de 2021

CANCION DE AMIGA : LA RUEDA

 

 


CANCIÓN DE AMIGA : LA RUEDA

 

Dime, amigo, dime

la equivocación

si gozo, tu penas, si peno, tu gozas

si vas, vuelvo yo

 

A la rueda rueda

rodamos los dos

yo ruedo, tu ruedas !Silencio, se rueda !

 ¡Malhaya el amor!

 

Me dijiste: -“Amiga

soy feliz, ya no

cabes, no quiero, no puedo

¡Vaya usted con dios!”

 

- Calla, amigo, calla

no me des razón

si el silencio mata, máteme el silencio

con silenciador

 

Me quité el sombrero

cosí el lagrimón

franquée el camino, desandé los pasos

de tul ilusión

 

Con la casa a cuestas

caracol- col -col

rodé cuesta abajo, me agarré a la sima

de la erudición

 

Iverné el invierno

en mi cascarón

y al tercer verano me saqué los cuernos

y los puse al sol

 

Amigo, ¡Malhaya!

doquiera que voy

¿ por qué si olvidasme me cierras el paso

galano cabrón?

 

¡ Ay la mía madre

qué contradicción!

sábado, 14 de agosto de 2021

Rosario Caballero Iraizoz

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Mi madre murió tal  día como hoy, escribí su obituario que Diario de Navarra publicó  Hoy lo retomo en su memoria, ya que en internet las cosas nunca acaban y  quiero que permanezca. mi recuerdROSARIO CABALLERO IRÁIZOZ, HIJA PREILECTA DE CASCANTRosario Caballero Iráizoz , hija predilecta de Cascante y Cruz de Beneficencia ha fallecido. Tenía 94 añoNació el año 1915 en Cascante, ciudad en la que ha muerto después de una larga y cumplida vida. Es difícil imaginar que una persona tan mayor  haya sido niña, in embargo no es posible comprender una vida sin su niñez, que es la que marcará y explicará nuestros pasos para siempre. Rosario, una niña viva e inteligente quedó muy pronto huérfana de padre. Su madre, Romero Iráizoz Clemente era persona instruida.. Interna de joven en las Carmelitas de Alfaro, después de casada se ganaba la vida como comadrona, pues había estudiado y sacado el título, firmado por Alfonso XII,  en la Universidad de Zaragoza. La madre quiso que la niña, como ella,  por si misma resolverse la vida y "Rosarico" cursó sus primeros estudios en el colegio de las Carmelitas, esta vez de Cascante. Ir más allá de las primeras letras en un pueblo en aquella época no era posible (no lo fue hasta pasados los años 50) ni era habitual dar estudios a una chica, pero los apoyos familiares funcionaban y vivió como una hija más en casa de un hermano de su madre, Gregorio Iráizoz Clemente, director de la oficina de Correos y Telégrafos  de Tudela y después de Pamplona.

Rosario estudió bachillerato en el Instituto Castel Ruiz de Tudela y luego en la antigua Escuela de Comercio de Pamplona. Ya "bachillera", recién acabado su examen de grado, como lo suyo no era fachada sino afán de ganarse la vida, preparó una oposición al cuerpo de Correos y Telégrafos. Tenía 16 años. La oposición estaba convocada el 14 de abril de 1931. cuando llegó a Madrid la Puerta del sol era un hervidero, recordaba. no hubo oposiciones, se desconvocaron. Había llegado la II República.

Aquel acontecimiento cambió su vida, pues no opositó. De vuelta a Pamplona, el amor se cruzó en su camino. Aún faltaba por pasar la guerra civil, que ella pasó en el pueblo mientras su novio, que había hecho la carrera de comercio en Angulema, estaba destinado en la frontera francesa con Francia: Valcarlos. acabada la guerra se casa en 1940. Andrés Fuentes Soria, su marido, er.industrial y como ella de Cascante. Tuvieron un niño y una niña, José Javier y María del Rosario. Pero la felicidad fue corta, duró solo cinco años, en 1945 muere Andrés. Rosario Caballero tenía solo treinta años.

Después de una larga viudedad de 10 años, Rosario rehace su vida y vuelve a casarse con Fernando Jiménez fuentes, funcionario del Ayuntamiento de Pamplona. No era, pese al apellido, pariente de Andrés Fuentes, también era cascantino. Tuvieron dos niñas, Inmaculada y Beatris . Rosario no dudó esta vez de emprender  aventuras empresariales relacionadas con la industria del aceite en Tendilla, Guadalajara, o trabajar en las industrias inmobiliarias de su segundo marido. Tal vez, el haber obtenido en título de bachiller le hiciera ser un poco distinta y apostar  prioritariamente como madre por la instrucción y por educar a su hijo y sus tres hijas para ganarse la vida, lo mismo que ella había sido educada; esta vez con la exigencia de cursas  enseñanzas superiores en la Universidad- Estudio General de Navarra- .en unos años en que en esta tierra ser mujer y universitaria era  formar parte de un grupo minoritario.

Y es que ella no fue tampoco una mujer habitual y corriente. De fuerte carácter y gustos exquisitos, buena ama de casa, excelente cocinera tradicional, tremendamente organizada,  de larga mirada y alto vuelo, era difícil verla con un croché en las manos y muy fácil encontrarla viajando por el mundo, con viajes organizados  por la Parroquia de  San Miguel, comprando regalos originales y exóticos, haciendo proyectos o controlando con un golpe de teléfono a los suyos. Quería conocer el mundo y sorbía la vida. Siempre que algún familiar se iba de viaje, tanto da si a Portugal o a Jerusalén, la encontraba con la maleta a punto. A los 80 años visitó Rusia, recién caída la Unión Soviética.

El primer infarto le llegó después de un viaje a París. Allí empezó su proceso de deterioro. Luego sufrió un ictus que intentaba remediar, superviviente nata, pedaleando y haciendo todos los días caligrafía para volver a escribir su nombre. Y casi lo consigue. Luego fue una rotura de cadera de la que salió a duras penas, mermada en facultades. Había llegado ya a los 90.

Su voz ribera y graciosa fue enmudeciendo, sus ojos grandes achicándose, su cuerpo se hizo frágil, sus manos, diminutas como las de una niña. Rosario se fue cerrando a los estímulos. A veces, las biznietas la sacaban de su abstracción y sonreía:¡Qué ricas! ¡Qué graciosas!

Un día se fue. Se quedó dormida. Adiós, madre.

EL ÚLTIMO VERANO

mano pequeña quería desasirse

Era  un pájaro tibio que no podía levantar el vuelo.

Aéreos  sus huesecillos menudos

su piel herida y trasparente.

Me bastaba

 pasar la tarde sintiendo su leve latir

su pequeño corazón gastado

 abrir sus dedos y acercarlos  a mi corazón triste .

¡

Era una niña en la fiebre de julio

sentada en la ventana del jardín

sobrepasado el  tiempo .

En su cuerpo doblado

la belleza amorosa

 desde el amanecer hasta el declive.

 

En sus ojos redondos y encogidos

 yo medía el tamaño

 la fuerza y la grandeza de su luz

y cuando se cerraban o se hacían opacos

  intentaba  sacarlos de la bruma

( lejano ya aquel  el día que  alumbraron los  míos).

 

Me bastaba

pasar la tarde sintiendo.

 

 Y se fue quedamente, en un sueño

sin despedirte, madre, desasida.

Dejándome en tu marcha

estas  manos estúpidas y solas

 sin sabia y sin calor , tendidas al vacío