Llamé este mes de junio a
Manuel para ver si podíamos reunirnos poetas y pintores este verano en Cascante.
Pensaba en todas las oportunidades que perdemos de charlar con los amigos que
apreciamos y apelamos al consabido; “A ver si nos vemos”, pero nunca llega. Así
que eché mano del móvil y llamé a
Barcelona
Me cogió Conchita. Conchita es
canaria, y tiene una voz suave y un carácter afable. Conchita y Manuel forman
un matrimonio muy acorde. Debieron conocerse cuando Manuel estaba de
catedrático en la Universidad de la Laguna, ya que Conchita también fue
docente. Dado el apego de Manuel con
Cascante, Conchita se animó a convertirse también en cascantina. Hacia los años
90, compraron un piso en la calle de San Pedro. A Manuel le gusta volver con la
familia y confraternizar con los paisanos; la última vez que nos vinos, todos
con pañuelicos rojos al cuello y mucho follón, fue en fiestas tomando el
aperitivo.
Conchita, al teléfono, me dice
que no pueden ya venir porque Manuel sufrió una caída y acusa todavía secuelas.
Me pasa con Manuel. La voz del amigo suena como siempre, quizá algo más lenta, y
me dice lo mismo que Conchita, que no conduce, que no puede conducir, que no
viene. Es una conversación cariñosa pero corta porque no lo quiero entristecer
ni hacerlo esforzarse para hablar conmigo. Aunque no haya disparado, que yo recuerde, el
cohete al grito de ¡Viva la Virgen del Romero! ni leído el Pregón de las
fiestas en la basílica, Manuel es en su pueblo popular y querido. Me decía que le hubiera gustado modelar las
puertas de la Basílica de La virgen Romero en bronce, pero no se hicieron.
Manuel, navarro y ribero, adolece del virus del cascantinismo. El que nace en
Cascante, lleva consigo una especie de virus, de tal manera que, esté donde
esté y sea lo que sea profesionalmente, sigue reiterada y machaconamente
ejerciendo de tal. Así es el virus y fuera de aquí todos saben que Manuel es de
Cascante porque lo presume. Ir con él por las calles de Cascante es ir cogiendo
capazos, porque con todos se para y a todos atiende. A mí me gustaría que
Manuel fuera nombrado hijo predilecto de la ciudad de Cascante
Fue finales de los 80 la
recuperación del artista en Cascante. En
esas fechas, era catedrático de la Universidad de Barcelona. La primera exposición
retrospectiva de su obra en nuestra ciudad natal se hizo en la Casa de Cultura,
impulsada por el entonces concejal del Ayuntamiento, Paco Montaña. Participó en
el IV. Centenario de fray Pedro Malón de Chaide con la escultura del agustino que
se emplaza en la explanada del parque del Romero (1886). Era entonces concejal
de Cultura, Juan Rueda. Patrocinada por la Fundación Fuentes Dutor, es la de
Malón de Chaide obra escultórica figurativa, ya que quiso devolverlo a sus
paisanos como reconocible; nos dijo entonces, que lo pensó un fraile cercano
con el pie en actitud de paso hacia adelante, pues entendía que había sido
Malón de Chaide un religioso avanzado para su época, y que en ese pie dinámico
que emprende el paso y camina, quería reflejar la actitud de religioso. Malón
de Echaide fue defensor del castellano de la prioridad de la lengua vernácula
sobre el latín, postura que también defendía su compañero en la orden, Fray
Luis de León.
“Entrega”. (20OO). Es una
escultura abstracta de acero oxidado y muestra la evolución de los materiales
empleados y se encuadra en su etapa escultórica de dos volúmenes alargados que
dialogan.
La segunda escultura, de Manuel
Clemente Ochoa en Cascante. Está emplazada en la Bodega Cooperativa Malón de
Chaide”. Constituye la Bodega un signo del patrimonio agrícola colectivo, que
empezó siendo una obra cooperativa de la ciudad (y se ha convertido en una
empresa reconocida y de éxito. Lleva una dedicatoria: “A nuestros
viticultores”. Los encuentros empiezan en la cata al calor de una copa de
su buen vino, gracias a la entrega de uvas de los cooperativistas que siguen
cultivando las viñas.
“Puerta de la amistad”, (2011)
La evolución de la obra del escultor muestra la utilización de nuevos
materiales, en este caso el acero inoxidable pulido al espejo; las líneas
escultóricas esquemáticas sugieren a la ingravidez de la materia y una puerta
en un espacio abierto. Es su tercera
escultura. Donada por Manuel a Cascante, está situada en la rotonda de la
travesía de la carretera a la entrada de la ciudad. La escultura abstracta abre
el paso al casco urbano. Así que quien accede sabe reconocer que está entre
amigos
Sin pretender ser exhaustiva,
Manuel tiene obra escultórica urbana en Lausana; Barcelona, Gavá,
Castelldefels, Canet, Andorra, Béziers, Argentina, Montpelier, Lanzarote,
Villafamés, Castellón, Zaragoza, Madrid, Andorra, Tenerife, Burdeos, Dubái, al
Quaiwain y en museos de Francia, Italia, Andorra, Argentina y España Es uno de
los escultores navarros de mayor proyección internacional.
La exposición en Cascante fue
una carta de presentación en Navarra. Hay a partir de su exposición en su
ciudad natal escultura: “Busto de Jesús Basiano (1990) figurativa en Murchante;
“Monumento a los Fueros (1990), en Estella; “Personajes” (1994) en el parque
Tomás Caballero de Pamplona, bronce a la cera. “Forma vegetal” (1995), en Pamplona, bronce a
la cera; “Encuentro”, bronce patinado (1997) situado en la Universidad de
Navarra, Pamplona ; “Arraigados”, en el señorío de Bértiz bronce ( 1995) y en
Tudela “A la tres culturas” (1997) de acero
inoxidable y Conciliación(2006), también
de acero inoxidable, todas ellas de arte abstracto.
En sus declaraciones al
crítico de arte navarro Javier Zubiaur, Manuel declaraba que su afición a modelar y sus gusto por las
formas quizá nació cuando de niño vio desde su casa en la plaza de la fruta el
incendio que asolaba el retablo mayor de
la iglesia parroquial de la Asunción y cómo
se iba sacando a la calle las figuras troceadas de ángeles, querubines, apóstoles
y molduras, un mundo de belleza que asombró a un niño muy pequeño- tres años- que
admiraba asombrado lo que iban rescatando del retablo en llamas. El retablo era
obra de Pedro González de san Pedro y Ambrosio Bencoechea, inaugurado en 1600,
fue uno de los retablos mejores del romanismo en Navarra, quemado casi en su
integridad en 1940.
Manuel tenía desde el
nacimiento el don del dibujo. Pertenece a la generación de la posguerra. Nacido
en Cascante en 1937 a inicios de la guerra civil en una familia que debió
perder pronto al padre; la madre tenía una tienda de ultramarinos y luchó para
sacar adelante a sus hijos. Es sorprendente que Manuel confiese al crítico de
Arte que el nacimiento de su vocación se inició al contemplar aquel incendio,
era una mala época para el florecimiento artístico. Quizá en su cabeza de niño
quiso reconstruir esos angelotes troceados y esas formas movientes y sinuosas
de las llamas. Cuentan que cuando a su madre, María la totica, le preguntaban
por su hijo mediano decía que en cuando tenía un papel y un lápiz dibujaba una
y otra vez “moñacos”.
Fue un chico estudioso y esforzado, que se
hizo a si mismo en tiempos en que en Cascante no se podía cursar el
bachillerato, debió estudiar (creo recordar que me dijo) porque Iba y venía en
bicicleta a Tarazona. No estoy segura de recordarlo bien, pero lo que si dice y
documentan sus datos biográficos es que continuó sus estudios en la Escuela de
Artes y Oficios en Zaragoza (1957) posteriormente en la Escuela de San Jorge de
Barcelona (57-61). Obtuvo cátedra de Enseñanza Media (1962), fue profesor de la
Universidad de La Laguna (1963-68) y ha sido catedrático de Expresión Visual y Plástica
de la Universidad de Barcelona.
Manuel Clemente Ochoa hoy es reconocido
internacionalmente. Como escultor, “Poeta del bronce”, le llamó la crítica en
esta primera época, algo tiene el bronce de sus esculturas del brillo azul del
fuego entremezclado con el humo y la ceniza y las formas envolventes de las
llamas que ascienden hacia el cielo. Como Poeta, porque su verticalidad tiende
a la mística, a la espiritualidad filosófica y conceptual. Su evolución escultórica
le llevó a la pura abstracción, experimentando con otros materiales fríos como
el acero inoxidable y el acero cortén. Son habituales las esculturas en dos volúmenes
estilizados y verticales con formas ascendentes en forma de diálogo. La obra
posterior tiende a la ingravidez, a la superación del espacio. Frente a la
preferencia de los escultores del norte, influidos por la escuela vasca, por la
rotundidad del volumen y las líneas angulosas y rectas, Manuel Clemente Ochoa utiliza
las formas curvas.
Como pintor, prolongó en sus
cuadros la etapa figurativa expresionista hasta 1970, aunque en una segunda
etapa pictórica juega con los volúmenes e influye su forma de entender la modelación
y el relieve.
Como grabador, la que esto
escribe formó parte del colectivo de una pintora y siete poetas cuyos poemas Clemente
Ochoa convirtió en grabados de color. Fueron siete poemas de siete poetas
navarros que expusimos en la Casa Navarra en Barcelona, la Casa Vasca en Madrid
y Centro Cultural Castel Ruiz en Tudela.
Como profesor, la visión crítica
de la obra de los demás es la visión de un artista total que al mismo tiempo
ejerce la docencia y la reflexión profesoral
La fuerza de las esculturas de
Chillida, me dijo en una ocasión, está en la materia utilizada,
la fusión del hierro, al doblega el hierro trasmite su fuerza.
Dediqué un poema a Manuel que
sigo conservando:
“De cómo le
pedí a Manuel Clemente Ochoa, poeta del bronce, la inmortalidad”
Pregunta una
verdad que esté viva, que vibre.
Pregunta dónde
dios, dónde la tierra, el hombre
donde esconder
el mar
y te diré: unas
manos.
Yo soy palabra,
amigo
voy hacia ti,
detenme
fíjame en el
lenguaje de tus manos.
Escribe tú mi
voz en la materia
modela entre los
dedos este impulso
que inventamos, belleza
del humano
mensaje en rebeldía.
Tú que amarras
la nada en un volumen
tú, que vas
arrastrando en las yemas del tacto
de raíz a raíz,
de mito a mito
el aliento d un
alma colectiva.
Tú, poeta del
bronce donde escribes
a sensual golpe
de la inteligencia
tú, que el
hechizo atrapas
de la voz de la
luz, verso de abismo,
tú que vas
derramando tu poema
en los poros
abiertos
de tu tacto, de
escultura a escultura
Fíjame en tu
lenguaje.
Yo solo soy el
aire, soy palabra.
Tu voz y tu
respuesta son tus manos.
El corazón del
hombre son sus manos.
En la piel de
tus bronces
palpo tu
corazón, tu poesía.
Manuel, brindaremos por ti en
estas fiestas de Cascante. Donde está tu
obra, tú nos acompañas. A ver si le ponemos un pañuelico rojo a Malón de Chaide
en tu nombre.
¡Felices fiestas, paisanos!
Charo Fuentes Caballero, Pamplona, julio 2024