Todos los años espero con interés los premios Princesa de Asturias. Una princesa bella y bien equipada mentalmente, con todo el encanto del que dice lo que piensa. Prepare su alocución quien la prepare, la autenticidad de lo que dice hace su dicurso fresco e iusionante. Educadas, patriotas y luminosas la Princesa Leonor y la Infanta Soría son una promesa que yo espero que se haga realidad por el bien de España, tengo fe.
Algo, pienso, será mérito de sus padres, los Reyes, que dicho sea de paso me caen de miedo, quizá porque valoro la seriedad con que ejercen su reinado y al mismo tiempo la privacidad simpática de su comportamiento de puertas adentro, además de su "glamour" , que también hace. Y su prudencia.
Como siempre, un poco de envidieta siento de cómo la Fundación Princesa de Asturias organiza el acto con la solemnidad debida, con la vista puesta en lo internacional y global y los pies en su tierra asturiana.
Diré que casi todos me han sido desconocidos, y que me gustó ver su cara y conocerlos. Santa envidia de sus carreras y sus logros que a todos nos benefician. Los investigadores de las vacunas, el pensamiento crítico, la defensa de la mujer y el feminismo, la solidaridad, contar el mundo real, el reconocimiento de la cocina para humanizar y dignificar a los que no tienen qué llevarse a la boca; la superación de la adversidad.
Creo que si escuchamos bien a los premiados y los discursos, nadie puede ser frívolo. Son los Premios Princesa de Asurias uno de los actos más edificantes del año.