lunes, 15 de noviembre de 2021

CENTENARIO DE CESAR MUÑOZ SOLA


Cesar era eso que dicen royo en Tudela, ciudad donde como en Tarazona o en muchos pueblos de la zona de la Ribera del Ebro o del valle del Queiles abundan los pelirrojos, tal vez la herencia transmitida de los navarros a los Aberramanes. Tenía la tez rubicunda  y el aire algo huraño y huracanado de Van Gogh a quien se parecía, pero no era huracán, si acaso cierzo animoso, y los ojos azules del Moncayo. Su cuerpo enjuto se movía ágil. No vi nunca a Van Gogh con un lápiz de carbón en su mano, pero ví a Cesar, y cuando me miró y en cosa de segundo hizo  -ras-ras-, trazó mi silueta en el lienzo impoluto, yo me ví clarísima, todavía más nítida que el retrato acabado. Conozco sus retratos de carbones de algun familiar mío y captaba el espíritu como en un rapto. Son cosas de los genios. Cultivaba, como Antonio López, el estilo  figurativo puro, una opción en la que era maestro, y no es fácil reflejar la realidad a pelo. Bastaron unos casi segundos para fijar la imagen mía que luego pintaría en sesiones más largas. Cesar era "viajado" y conocía el mundo, o sea, había salido del cascarón navarro. En Francia y en Italia, visitó museos, residió y estudió, compró y expuso pero no le interesaron las vanguardias. Pintó retratos, paisajes, bodegones. Tenía la ingenuidad terca reflejada en la mirada, esa mirada de artista que ve lo que no pueden ver los que ya han crecido o los que nunca crecerán de puro chatos. Como buen tudelano, cultivaba o tenía de por sí  la forma de tratar a los demás con llaneza, eso que a los que allí nacen y tiene clase se les llama "roceros", o sea, eso que algunos pedantones confunden con la simpleza. Una vez el portero lo mandó por las escaleras de servicio, porque lo tomó, por lo visto, por alguien que no debía ser  "señor"  porque vendría cargado con algún utensilio. El se reía y mi madre se enfadaba: 

- Ay..ya le voy a decir yo a fulanico...

Con mi madre, también de la Ribera, hacía buenas migas y era divertido verlos charla con el acento  cascantino de mi madre y el cortado de Cesar. Un día, mirando un paisaje que ocupaba toda la pared de la casa de Conde Rodezno - supongo que el paisaje más grande que pintó Cesar -  mi madre le llamó la atención.- 

- Ven, Cesar, ven 

Se veía el Romero, de fondo la silueta del Moncayo, y en primer plano unos amarillos  sombreados por chopos y en el centro una hermosísima viña. 

-  Esa viña que has pintado tienes que sulfatarla, tiene mildiu ¿no lo ves? - mira , mira

- Si, ¿verdad?, 

- Sí ¿No ves que está amarilla?

-  ya , ya la sulfataré

Y a los días vino con los pinceles y la puso verde. 

Así era Cesar. Guardo buenos recuerdos, un dibujo del viejo violinista, un cuadro de Cascante. y mi retrato azul, que le gustaba mucho. 

Ahi van, en su centenario, las palabras para un retrato y mi agradecimiento. 


RETRATO DE MUCHACHA

         (A César Muñoz Sóla)


Turquesa azul me hieres

colgada e impasible        serena en cruz

no herida  por el tiempo en desbandada.

Me acusa   tú me acusas

romántica infeliz

linda y blanca y burguesa

encaje y almidón

serenamente

fija y rendida.

 

¿dónde tus pies ¿me escuchas?¿Dónde

cuando yo recorría uno a uno

mi jarro de dolor      mi amor de celofán?

Tu   mi estático yo   camarada muda

tu   juventud pincel

tu pompa de jabón acusativa

Charo Fuentes bendita y en catálogo

definitivamente sosegada.

 

Por dios  ya deja

de cruzarte de brazos

o te odiaré.

Llora conmigo   llora conmigo

no tienes tú tampoco salvación

o acaso dime ¿lo sabias

entonces  mariposa

en tus rutas de luz? El borde de la muerte

 solo es luz. El borde de la muerte son las alas.

 

Pervivirás

por detrás de las hojas de estas hormigas hábiles

de mis devoradoras palabras sin sostén

al fin tú eres

esos trazos huidos de la mano de un dios que te proyectó muerta

definitivamente muerta    serena azul

como fuimos entonces

antes de ti y de mi

tan celestiales.

 

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