Siempre espero los premios
Princesa de Asturias. Son edificantes, gratificantes e impulsan lo mejor
que cada uno llevamos dentro, porque quienes los reciben son personas
extraordinarias dignas de imitarse. Así ha sido también este año, quizá volcado en temas relacionados con las investigaciones médicas y la labor social
ante los más desfavorecidos. Es el momento. El primer mundo cada vez se
separa del tercero por la falta de recursos el hambre y la guerra;, muchos niños inocentes mueren por hambre y por la
falta de compasión de los que empiezan las guerras y las continúan y de los terroristas que las provocan. Muy faltos de empatía, e incluso inmorales seríamos nosotros si nos conmoviera verlos rotos morir y llorar .
La Princesa de Asturias va a cumplir
18 años y ha conseguido crecer con nobleza de espíritu; lo reflejan sus ojos
azules, el tono de su voz nada postiza en los discursos oficiales, la naturalidad
con la que trata a los que se le acercan, la gallardía con que acompañó a su
padre el rey en el desfile oficial de la Fiesta de la Hispanidad del 12 de
Octubre. Las armas y las letras acompañan a una adolescente muy bien educada y
aconsejada que va a cumplir la mayoría de edad pronto. La imagen que da es de
que es feliz de que ese sea su compromiso: Servir a España. Le deseo que llegue
a ser una gran reina. Aunque haya nubarrones en el horizonte, pienso que se está
ganando la confianza de una mayoría de españoles cada día. Está, además, lo que es un plus, atenta a los problemas e
ilusiones de una generación joven, la suya, que representa el futuro. Si el
siglo XXI es tiempo de la incorporación total de la mujer al mundo, yo me alegro de que
España tenga una hermosa e inteligente reina .
Sé que cuando hablo de la
excelencia y la oportunidad de los premios me repito, ya lo he dicho en
otras ocasiones, pero vuelvo a reconocer en la organización de los Premios Princesa,
antes Príncipe, de Asturias, la sobriedad y altura de los
rituales. Nada es forzado, ni se alargan los discursos, ni desentonan los
gaiteros, ni hay rigidez alguna en los premiados. Se ciñe con acierto a lo
imprescindible y es muy bien acogido por los invitados al acto y por la calle
llena de ciudadanos que quieren ver y aplaudir.
Representa la mejor campaña de imagen de
los reyes en los cuatro continentes de donde provienen los talentosos premiados que se llevan la imagen de unos reyes cultos y actuale, comprometidos con la sociedad, el pensamiento, el arte y la ciencia; y una
España acogedora y abierta. Es también la mejor plataforma para admirar Asturias
y sus pueblos.
Muy aplaudida la actriz Meryl
Streep con el discurso emotivo de una gran mujer versátil en el desarrollo de sus mil
y una mujeres distintas. Ha recalcado la importancia de la representación de introducirse en el “otro”, que
no es uno mismo, de ser capaz de encardinar a alguien que nada tiene que ver con
quien se mete en su rol para mirar desde los ojos del representado. Pienso que eso es lo que hace que los faranduleros y los cómicos sean humanamente
sabios: pueden meterse en la piel de una
monja del siglo XVI, una modelo del XX, un ama de casa de cualquier tiempo, una bruja intemporal y hasta de un caballo, como hizo Rodero. Ella es muy grande.
Del discurso del rey Felipe,
siempre prudente y acertado, me quedo con dos cosas importantes. Tras del
elogio de los premiados, ha recordado que siempre España en los momentos más
difíciles sale adelante unida (mejor me olvido de las guerras malditas civiles
que libramos, si nos da por ahí y nos enfrentamos, que entonces retrocedemos siglos.) La segunda, muy importante hoy que estamos sumidos en la preocupación de la guerra en Oriente Medio, Felipe VI ha condenado el acto terrorista de Hamas y ha recordado, que
los líderes Yasir Arafat, presidente de
la Organización para la Liberación de Palestina y Isaac Rabín, primer ministro
de Israel fueron Premios Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional en 1994. La cita nos hace volver los ojos hacia atrás y desear que Arafat y Rabin iluminen, estén donde estén, a
los dirigentes de Palestina e Israel para retomar el camino aquel que ellos iniciaron, aquel que el en entonces Príncipe de Asturias, hoy Rey, premió: el camino de la cooperación, el de la paz..
Ha sido, como cada año, un actos de altura que he visto con la misma admiración y atención de siempre...
Enhorabuena a todos.