lunes, 30 de octubre de 2023

LIBERTAD SIN IRA

 Libertad sin ira. Esta noche, al escuchar nuevamente la canción en el programa de la 2 Imprescindibles, dedicado al grupo Jarcha, volvió la Transición y aquella etapa en que todo parecía posible. La canción, emblema de tiempos de esperanza, sigue sonando hoy en mis oídos, aunque ya no la escuche. Irrepetible etapa de fraternidad que no puede imaginar quien no la ha vivido. Vivirla fue una suerte y recordarla hace este presente, por comparación, más incomprensible y crispado . Cuando una ha estudiado la carrera de Historia y conoce la Historia de España, no suele hablar por hablar, tiene elementos de juicio. Y piensa que la Constitución de 1978 fue la única que fue consensuada y hecha por todos los partidos políticos sin exclusiones, porque por rara vez fueron todas las sensiblidades capaces de moderar sus criterios máximos para que fuera posible para todos. Estuviese la gobernabilidad estudiada por cerebros pensantes, que los había, cara a nosotros fue responsabilidad del rey Juan Carlos I y de un personaje capaz de ser creído y ser querido: Adolfo Suarez. Esta nuevo arreglo de gobernabilidad que se intenta (con disimulo) ni está consensuado, ni la persona que lo hace es creíble ni querida, Pedro Sánchez. Y no lo digo yo, lo dicen los abucheos con que es recibido en cualquier acto público. Así que mal vamos. Una constitución modificada con sigilo sin consenso no servirá más que a quienes la modifican y a sus socios. Y a la larga o a la corta habrá conflicto. La ilusión con que acogimos la Constitución de 1978 y a las personas que lo hicieron posible se ha convertido hoy en la desilusión y el pasotismo y la sospecha.

¿Que hay de la canción y sus letra? Yo no creo todo todo su texto, pero si su espíritu, sí que huía de dos Españas y de su historia de violencia para creer en que una sola era capaz de ser habitable para todos. . Pero el español no quería solo su hembra y vivir en paz, quería ayudar a construir un país libre y moderno donde la ciudadanía tuviera una opinión escuchada y valorada y donde todos los cuiudadanos fueran iguales, vivieran donde vivieran, pensaran lo que pensaran, sujetos a las mismas reglas de juego.

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