Manolo el de la palaba esculpida,
el médico Alejandro que curaba corazones heridos,
Victoriano el
químico que desgranaba pensamientos
en la cubeta de prensa y de de
revistas,
el docente, Pepe, que desparramó su generosa bonhomía,
Víctor el sabio, el de la voz de plata por las ondas
Pili pintora de paisajes, de retratos y flores,
la activísima
compañera y amiga
Ángel, creacionista, con sus ritmos, e imágenes, él
fue
iniciador en estos lares de los versos modernos
y yo
En las exposiciones acercamos esculturas,
litografías de color, pinturas y palabras, azules, verdes, rosas.
De aquello queda el rastro indeleble de un afán
compartido.
Navarra en nuestra estela por las salas de
exposiciones colectivas.
Murchante, Cortes, Tudela, Lecumberri, Cascante,
versos
de gentes de pueblos y ciudades que el tiempo ha dispersado por las nubes.
Se marcharon Victoriano, Víctor, Ángel...
y silenciosamente te has marchado Manolo
poeta de
valores, de amar lo más cercano, lo sencillo
Recuerdo aquellos viajes y el maternal soneto
para la exposición, que conservo enmarcado
Admiré tu entereza ante el dolor
de aquella muerte que te golpeó
puso con sus lágrimas cerco
y el que le respondiste, hondo, creyente y conmovido.
Solo un hombre de bien habla conforme a Dios ante lo inasumible..
No sé hoy ya que cuenta en nuestro haber de la ilusión
primera.
De aquellas esperanzas literarias
tal vez resta muy poco, verduras de las eras.
¿Ubi sunt? ¿tal
vez aún queda el cielo?
Hoy te escribo mi sincero homenaje
Manolo, adiós, poeta
cristiano, buena ribero, fiel amigo.
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