“De cómo le
pedí a Manuel Clemente Ochoa, poeta del bronce, la inmortalidad”
Pregunta una
verdad que esté viva, que vibre.
Pregunta dónde
dios, dónde la tierra, el hombre
donde esconder
el mar
y te diré: unas
manos.
Yo soy palabra,
amigo
voy hacia ti,
detenme
fíjame en el
lenguaje de tus manos.
Escribe tú mi
voz en la materia
modela entre los
dedos este impulso
que inventamos, belleza
del humano
mensaje en rebeldía.
Tú que amarras
la nada en un volumen
tú, que vas
arrastrando en las yemas del tacto
de raíz a raíz,
de mito a mito
el aliento d un
alma colectiva.
Tú, poeta del
bronce donde escribes
a sensual golpe
de la inteligencia
tú, que el
hechizo atrapas
de la voz de la
luz, verso de abismo,
tú que vas
derramando tu poema
en los poros
abiertos
de tu tacto, de
escultura a escultura
Fíjame en tu
lenguaje.
Yo solo soy el
aire, soy palabra.
Tu voz y tu
respuesta son tus manos.
El corazón del
hombre son sus manos.
En la piel de
tus bronces
palpo tu corazón, tu poesía.
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