Blanco y Rojo, Mi
rincón a recordar
Chupinazo: !Pun! .
Gritó el nuevo alcalde Maya algo desaforado y la mocina que zarandeba los
pañuelos rojos los anudó al cuello entre alaridos de fiesta. ¡Viva¡.
En realidad lo vi desde
Antoniutti, pues la última vez que conseguí acercarme a la Plaza
Consistorial acabé aplastada, ensidrada, enharinada y con el pelo
escachuflau . Desde entonces me suelo asomar a la Plaza del Castillo
para verlos venir y luego me voy con los míos a un sitio más
tranquilo. El mejor sitio la Plaza de los Fueros, si vas con niños
que es mi caso, porque la pantalla es grande y una puede estar
sentada en la hierba con los cochecitos, sabiendo que no habrá
cristales rotos ni graciosos que bailen el pañuelo y tapen la
pantalla con el rojo triángulo en ristre. En la plaza elíptica
suele haber gente pacífica que salta y baila respetando no
atropellar a los niños. Es una forma de iniciar a los pequeños en
la fiesta sin miedo al desmadre.
Pero lo mejor para mí
, aun antes del cohete, es mirar desde cualquier soportal de la Plaza
del Castillo, mejor desde Diputación, los círculos concéntricos
de gente dispar, niños, guiris, pamploneses, riberos, navarricos,
peteuves, abuelas y silletas, pandillas de mocetes, chicas
adolescentes – pocholicas dirían los castizos- confluir rojo y
blanco en la plaza e instalarse desde el paseo de Valencia, la
avenida de San Ignacio, las escalerillas de la Calle Zapatería y
Pozoblanco, la bajada de Javier, sortear la estatua de Calos III el
Noble , subir por el pasaje de la Jacoba, rojo y blanco, rojo y
blanco, tan limpios, tan felices y bajar, o al menos intentarlo, hacia
la Plaza del Ayuntamiento.
Es el primer año que
no tenemos invitados en casa. Todos los que vinieron a conocer la
fiesta se quedaron pasmados ya desde la mañana cuando miraban a la
gente venir y venir y venir de todas las paradas de las villavesas o
paseando rápido a pie contentos y felices todos de rojo y blanco
!que maravilla! ! Que precioso ! Oye, esto es increible!!Que
grandioso espectáculo!
Así que yo también me
siento sorprendida de su asombro y lo anoto. Y es cierto que mí
también me conmociona y me causa un pelín de orgullo patrio. Porque
no es provocado, es espontáneo, es buena voluntad y participación
de lo que ya va siendo habitual: el color de la fiesta. Quedan pocos
que lleven alpargatas, mejor las deportivas. Los blancos pantalones
y los trajes y faldas, blusas y camisetas, fajas y cinturones,
chaquetas y blacieres se convierten no en uniforme sino en
distintivo. Y también en emblema de cierto, pese a las diferencias,
hermanamiento patrio. Las tiendas de lo viejo y las grandes
superficies ponen en venta a precios de rebaja ropa blanca y aderezos
rojos de la punta al zapato para que todos puedan participar unidos
en color: nativos , emigrantes , visitantes, invitados, turistas Me
gusta, me emociona.
Es por eso que yo
quiero apuntarlo como una emoción o un rincón a retener a apuntar
de la gran fiesta que son los sanfermines. Luego vendrá la harina,
la guarrada y el vino. Pero nadie podrá negar la emoción luminosa
del empiece al grito conmovido de nuestro nuevo Alcalde, también de
blanco y rojo : Feliz fiesta
Publicado en Diario de Navarra , julio 2010
Me gusta tu forma de hacer sentir las emociones a los que no asistimos al ¡Viva San Fermín!
ResponderEliminarGracias, Rosa del aire, es tu empatía la que engrandece el texto. Yo lo cuento como puedo y tu le añades el sentido, aun sin ver la fiesta. Un abrazo
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