martes, 27 de diciembre de 2022

EN CUBA (I)

 


CUBA ( I )

Supongo que la memoria juega a hacernos imaginar cosas que no vimos, así la música:

 “Cuando Sali de la Habana de nadie me despedí solo de un perrito chino que venía tras de mi”.

Esta canción infantil la cantábamos en las Carmelitas de Cascante niñas jugando al corro.  Éramos muy pequeñas. Se la canté al taxista que nos trajo del aeropuerto al hotel y la reconoció. Conocía el taxista también todos los viajes de Colón mucho mejor que nosotros. Colón llegó a Cuba en el primer viaje, 1492, nos lo contó, mientras nos llevaba al hotel de una cadena española, Meliá, muy presente en Cuba. Aquellos juegos párvulos pusieron por primera vez en mi memoria musical el nombre de Cuba.  Sonaba un poco misterioso y nostálgico. Todavía había en casa de mi madre cajas vacías de cigarros habanos de alguno de los parientes que se dedicaron al comercio y a los ultramarinos, o la piedra de moler el chocolate de Baracoa del abuelo: era la memoria de la Cuba comercial, la perla del Caribe. Pasó más tarde Cuba a mi memoria literaria por formar parte del patrimonio patriótico de las perdidas españolas.  Asocié su nombre a aquellas lecturas que tanto me impresionaron en la adolescencia de la generación del 98. Si para aquellos escritores la pérdida de Cuba sirvió para replantearse España y su identidad, a mí me sirvió para, a través de ellos, saber que el sentido de la decadencia origina reflexión, rebeldía y literatura casi más que los triunfos, porque las pérdidas te hacen tocar fondo. Así aprendí cómo Cuba y España estaban unidas, aunque rompieran lazos. La pérdida de Cuba pasó al refranero; si se perdía lo más de lo más:” más se perdió en Cuba”. Todo lo anterior dejó una estela nostálgica avivada por la música de las preciosas habaneras, como la de la bella Lola que va luciendo en la playa su la larga cola y vuelve locos a los marineros, que debían ser vascos, por lo que a los vascos va bien entonar maravillosas habaneras con su voz recia, y cada año hacen un festival de habaneras que escucho por la tele en esos coros insuperables. Yo escuchaba a Cuba por el recuerdo de los tres Sudamericanos, o de Luis Aguilé que también cantaban que habían salido de Cuba, dejando la vida y el amor y enterrado el corazón (mucho corazón debe de haber enterrado porque el cementerio es inmenso y hay enterrados 200 000 gallegos)  Y rememoro la fuerza de la “Peregrina”, feminista incipiente, la bella Tula,  que vino a España y conquistó a la Corte con su literatura, y con su imponente bellezón , la mujer que escribió Sab, una novela antiesclavista en 1841, antes de que escribiera La Cabaña del tío Thom la escritora Harriet Beecher Stowuer, que lo hizo entre 1851 y 52. Cuba era entonces provincia española. Allí, en la calle Mercaderes entre O Reilly y Empedrado, un mural recuerda a los lyceistas del  Lyceo Artístico y Literario del XIX, tan elegantes de chaqué y a las damas pomposas, ataviadas de trajes largos y cubiertas de estolas y ajuares. También cultural, existió en el XX la revista Orígenes del padre Ángel Martínez Baigorri, de Lodosa, y de José Lezama Lima, Cintio Vitier y Fina García Marduz. Y la Cuba de Duce María Loinaz, anfitriona de Federico García Lorca, que vino a España en nuestra posguerra e invitaba a pollo en el Ritz a los periodistas y poetas. Dulce María Loynaz, poeta, era hija de un general de la guerra de Cuba a la que luego le dieron el premio Cervantes. Así, Cuba estaba en todas mis memorias, sin haber estado nunca, como el intenso olor evocativo de una taza de café. El café que nos daban en el hotel era diluido, pero encontramos un café en la calle Mercades, un café portugués que rendía recuerdo a Eca de Queiroz. Cuba y sus cafetales, y tenía un mural pintado del tranvía de Lisboa. Me encanta el café . 

Y de norte a sur el recuerdo de Cádiz, canturreo yo la maravillosa habanera que canta Carlos Cano con letra de Antonio Burgos, llena de poesía: Las olas de la caleta, que es plata quieta,  rompían contra las rocas de aquel paseo que al bamboleo de aquellas bocas allí le llaman el Malecón...

El paseo por Cuba no lo hicimos guiados por un poeta; vagabundeamos llevados por una bicicleta que cogimos en El Malecón con carricoche y plaza para dos, mientras un cubano deseoso de ganarse unos dólares pedaleaba con tesón. Le preguntamos por qué en vez de una bici no lleva motocarro, pero argumentó que necesitaría un permiso especial. Como somos pesos pesados le pedimos disculpas, pero siguió pedaleando, dijo que estaba acostumbrado. Nos cuenta que su mujer es médico y que gana 30 euros al mes y se queja, pero no despotrica. Había haigas ostentosos de colores en a puerta del hotel, carros americanos de los años 50 para llevar turistas, pero nosotros no queremos llegar, queremos conocer evitando cansarnos en el recorrido entre adoquines. En Cuba hoy los turistas, si se tercia, pagamos en dólares. En “carro- bici” visitamos la Cuba histórica, preciosa y arruinada. Los edificios tan espectaculares como los de la Gran vía madrileña o los noucentista de Barcelona se alzaban por las calles estrechas mostrando la lepra de su piedra porosa y blanquecina. Un patrimonio arquitectónico imponente que se desmorona a ojos vista, no sin antes demostrarnos la grandeza de un pasado que sobrevive, que grita lo que fue, la ciudad industriosa y comercial hoy sepultada en sus ruinas, desmoronada como la fina arena de sus playas.  Colas en el economato que acaban cuando acaba el producto y cierra el chiringuito. No hay trajín de comercio, ni industriosos funcionarios ni mercaderes trajeados ni bolsa comercial, ni Ateneo Artístico y Literario, que yo sepa, no hay tiendas, no hay nada. En el Museo de Arte Colonial compró un libro de investigación sobre revistas literarias que me cuesta veinticinco céntimos de euro. La Catedral del XVIII se inició para ser la iglesia de los jesuitas y acabó en catedral porque en 1767 fueron expulsados los Jesuitas del Nuevo Mundo. La plaza es preciosa y los edificios están en restauración. Hay vendedoras ambulantes de fruta y titos varios. El Museo del Tabaco y el del chocolate los encontramos cerrados. Es zona turística y algunos pequeños bares donde cobran el menú en dólares. Nos acompaña el tiempo.

No quisiera que mis comentarios fuera una crítica, ni voy a meterme en los porqués de cómo no siempre las civilizaciones avanzan, de cómo las culturas nacen y también mueren; y como el progreso no siempre es progreso, ni tan siquiera es regreso, es otra cosa nueva: un triste destino que acaba en la miseria. No voy a escribir de quién es la culpa. No voy a juzgar con mis ojos lo que no me compete, se me escaparían muchos datos que desconozco.  El que pudo se fue, la de zona donde está nuestro hotel, hay preciosas villas ajardinadas que parecen vacías y deterioradas, podrían ser de los burgueses que ahora habitan en Miami. Si los emprendedores abandonan, o si se los persigue ¿quién va a levantar Cuba?   En términos generales, la decadencia de la gran urbe cubana parece que ha engendrado resistencia, porque el que queda sin emigrar a Miami está dispuesto a sobrevivir como sea sin perder la alegría, ya que hay música en las calles y jolgorio. Hablo también de resiliencia, porque hay grupos distendidos de muchachos jóvenes y parejitas de la mano; y los visitantes nos preguntamos qué futuro podrán construir y si será posible edificar la vida en esas condiciones de carencias.  Hay en otros cubanos, como en nuestro guía de la bicicleta, un atisbo de rebeldía que parece amortiguada, como una toma de postura para ganarse a los turistas; o la sinceridad pues que juzgan imposible ya vivir de otra manera y se resignan. Nos dice que todo el que protesta desaparece. Con en toda gran urbe, también existen jetas y timadores a la búsqueda de turistas incautos. Nos la jugaron.  Gran idea fue tomar un autobús turístico, estupendísimo, que nos llevó un día de una punta a otra de la isla. La encantadora guía tiene tres carreras universitarias, entre ellas la de Física Nuclear que cursó en Leningrado, a ella si le gusta el régimen, les está agradecida pues les debe todo lo que fuera ha estudiado con becas del gobierno. Pero las relaciones con Rusia ya no que son lo que fueron y ella ejerce otra de sus carreras,  Turismo, y está muy feliz con su trabajo; una hija suya está en España trabajando. Nos detuvimos en las fortificaciones españolas del Morro, una gran aportación a la isla que se mantiene: El Morro. Merecerá otra entrada-

domingo, 13 de noviembre de 2022

Dar o quitar


 Me preguntó por qué hay quien piensa que intentar acorralar a una persona, despojándola de todo y de toda capacidad de reacción, es positivo. ¿positivo para qué?¿positivo para quién?.  No es positivo anular a una persona positiva, es negativo arrebatarle el  entusiasmo y la emoción. Quizá no sea negativo para el que se lo apropia, pero es negativo para el común social. El entusiasmo y la emoción pueden mover el mundo, cambiar las cosas, enderezarlas. Una persona despojada se  alejará del entusiasmo y de la generosidad, también de la emoción, hasta la indiferencia .Porque si le quitan todo, o las ganas ¿cómo volver a pedirle que lo olvide? ¿cómo que siga aportando con ilusión?   Yo creo todo lo contrario, se consigue más a las buenas que con los chantajes y los placajes, más dando que quitando, siendo justo en el trato . Si el agraviado tiene caracter y lo siente como injusticia y ganas de alejarlo machacándolo, no se rendirá. Todo lo contrario, cada desprecio, además de causarle perplejidad, le hará correponder con el desprecio, nunca con el aprecio, y le alejará más del contrario y de la posibilidad de arreglo y de paz.

sábado, 12 de noviembre de 2022

El sello

 


Es una pasada la emisión de un sello de correos con la hoz y el martillo, símbolos del Partido Comunista. La excusa es la conmemoración del centenario del Partido Comunista de España. Los colores empleados- los colores de la bandera dela República- apelan al Partido Comunista de antes y de la Guerra civil y no el de la Transición, ya que de todos es sabido que Santiago Carrillo aceptó la bandera roja y gualda, así que no cuela. Protesta Garzón que ya se veía con el gol en la portería. Pero, vamos a ver ¿que diría Garzón si los símbolos del sello fueran, por ejemplo, religiosos ? y al hablar d religiosos no me refiero a piezas artísticas patrimoniales sino a cualquier símbolo con valor ideológico pero no artístico? Suarez y el rey Juan Carlos aceptaron que era bueno para España el juego plural de los partidos y el PC y se legalizó, hubo protestas pero se hizo, aceptando el papael del PC en la lucha, con un importante número de partidos democráticos, por la implantación en España del sistema de Democracia parlamentaria. Lo anterior, o sea del papel jugado por el PC antes y en la Guerra civil, mejor pasar página.  No se admitiría la emisión de un sello con los simbolos o las siglas del PP, UCD, PSOE,  se entiende que cada partido intente hacer su propaganda electoral, pero entenderán que se proteste para que no utilicen las instituciones que están al servicio de todos, como es Correos.. Y hablando de Correos, la instrumentación del sello anuncia el peligro de otra  instrumentación que podría intentarse, si no prima la objetividad, por ejemplo en el recuento de votos por correo.

domingo, 6 de noviembre de 2022

ANGEL SARABIA, en memoria

 







“Adiós” Después del verano nos decíamos adiós, como podíamos decirnos “hasta la semana que viene” o “hasta mañana, amigo, hasta cuando queráis, nuestra casa, vuestra casa está abierta”, así que nunca la distancia jugaba a hacerse anual, porque nunca existía.

Íbamos y veníais de Cascante a Granada, de Granada a Cascante, de Cascante a Pamplona viajantes de amistad y encuentros de amigos desde siempre, desde lejos, muy cerca de la infancia. O volvía yo a Cascante en invierno y me escapaba por el Caracol, picaba el picaporte, cenaba con vosotros

y antes de despedirnos me ofrecíais una infusión de manzanilla caliente porque siempre estoy ronca y no soporto el frío. Dirás que qué cosas tan tontas recuerdo en un día en que parece que van más las palabras sonoras, las mayúsculas algo pomposas de las despedidas

 Las cosas que nos hacen sentirnos felices y acogidos suelen ser muy sencillas, rutinarias casi, porque no hay ceremonias cuando a quien se recibe es uno de nosotros, es “de casa”. Así me siento yo para despedirte. Se va uno de los míos. Así te siento, Ángel, amigo.

Esta semana apareció en mi mesa de trabajo las fotos con Beatriz, tú, Antonio y yo del Corral del Carbón y hoy pienso que el destino me avisaba. Me avisaba. Son recuerdos estelas. Esta vez los recuerdos avivan mi tristeza. Me avisaba

Y no te digo adiós. Que no se dice adiós, que quedan las estelas que dejan los amigos cuando pasan.  Te vas tú ahora, afable, generoso, discutidor, buen anfitrión y resistente y me dejas un poco más desierta porque no te veré, aunque estarás, porque mientras estamos y pensemos en los buenos momentos que vivimos estaremos contigo.

miércoles, 2 de noviembre de 2022

RESPUESTA

 









Estoy recogiendo poemas que he publicado en facebook pero no en poemario Será de 2018 más o menos. Voy a tner que acostumbrarne a fecharlos. No quiero que se pierdan del todo

RESPUESTA

 

¿Y de qué han de servirnos las palabras hermosas

si nos malentendimos y mal comunicamos?


¿qué más da la proeza del verso o de la retórica?

si tú no me entendiste y no entiendo, es fracaso.

Nunca escribas de amor, ejercicio vacío

si elegiste la senda de doler, de hacer daño

Debiste meditar antes ¿por qué agredías?

-Nunca el dolor consigue prolongar un abrazo.

No hay amor sin palabra, sin ahondar en sus límites

no me escuchas, no escucho. Todo se ha consumado.

La vida nos brindó su manzana más roja

también el amor  casto tenía su gusano

Como una amiga antigua te escribo alejandrinos

porque de alguna forma no olvido, no he olvidado

Quise ser yo y lo soy, aunque tú me maldigas

el dolor envenena los amores más bravos

Ha pasado la vida, toda la vida entera

tu dirás si ya es hora de bien interpretarnos.

Como dicen los sabios, es la melancolía

la pérdida querida de un objeto aceptado.

No me mandes tus huestes, no me gustan los trepas

cuando quieras, si quieres, nosotros conversamos

Me cuesta perdonar a los correveidiles

también a ti me cuesta, no sé si he perdonado

Como una cabra estaba; te quise con respeto

en la serenidad de saber que ha pasado

nuestro tiempo, te escribo, no quiero que estés triste

nos queda poco tiempo, acaso nada... acaso...

 

martes, 1 de noviembre de 2022

LOS MUERTOS

 


Como todos los años nos desplazamos para recordar a nuestros familiares muertos. Dicen los vendedores de flores que las nuevas generaciones ya no siguen la tradición y cada vez más son los mayores los que las compramos y rezamos en el cementerio a los difuntos Tal vez sea verdad, pero los cementerios se llenan estos días de visitantes que limpian y acondicionan las sepulturas y- razón de amor- rezan. Estos días de noviembre están los camposantos llenos, y las lápidas y esculturas funerarias se cubren de centros, ramos y macetones. No es tanto el respeto, o quizá sí, a los que se fueron, sino la lealtad y el amor. Son los lazos afectivos que cultivamos con los que nos precedieron y amaron, o con los que amamos nosotros y ya no están pero permanecen en nuestro sentimiento. Ellos nos inculcaron la fidelidad a los principios morales o éticos y nos comprometimos con ellos, pues las personas queridas que viven en nosotros no mueren hasta nuestra muerte. Estamos llenos de cariño a la etapa de la vida pasada, y algo de tristeza en estos días en que afluyen los recuerdos y creemos oír voces conocidas; y les llevamos flores como lo hacíamos en los cumpleaños; flores efímeras como fueron ellos, como somos nosotros, aunque no queramos tener conciencia del final:

“Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

La idea de la muerte, que no la muerte, ha cambiado a través de los siglos. Aquel terrorífico esqueleto medieval con guadaña y su danza macabra con papas, obispos, emperadores, reyes, caballeros, mujeres, niños, abades, labradores, adoctrinaba en la universalidad de la muerte, asustaba y aterrorizaba. Laten en nuestro pensamiento todas las tradiciones religiosas y culturales, seacumulan. Las recordamos con tanta viveza como el Ave María y el Credo que intentamos rezar por ellos, nuestros muertos.

Creo en la resurrección de los muertos y la vida eterna”

La muerte es certeza y versos que leímos y que nos han acompañado hasta aquí la rememoran:

“Recuerde el alma dormida

 Avive el seso y despierte

 contemplando

Como se pasa la vida

 como se llega la muerte

 tan callando…

(…) “Nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar

 que es el morir…”

(…) “No tengamos tiempo ya

En esta vida mezquina

De tal modo

Que mi vold está

Conforme con la divina

Para todo”

Es sin duda el de Jorge Manrique uno de los magistrales poemas de nuestra literatura. [1]Hay en esa meditación humana de los grandes poetas sobre la muerte tonos que asumimos, pensamientos lejanos en el tiempo que confluyen o se oponen. En el poema de Jorge Manrique ante el sentimiento de pérdida del padre, consuela al hijo la constancia de las obras que el maese D Rodrigo deja a su muerte.   

Que, aunque la vida perdió

 dejonos harto consuelo

 su memoria”.

El Poema contiene todos los matices del ubi sunt y da constancia del valor de la obra hecha por el fallecido. Podríamos, saltando el tiempo, recordar a Antonio Machado y su poema sentido y filial a D Francisco Giner de los Ríos, que fue su padre espiritual, su maestro[2]. Enlaza con Manrique en el “lleva quien deja y vive el que ha vivido”, sentimiento idéntico, aunque con una tesis opuesta, pues Manrique asume el sentido religioso de la muerte como destino final y Machado canta la necesidad de vivir con plenitud dando sentido a la propia vida por la vida:

“Vivid, la vida sigue

 los muertos mueren y las sombras pasan

 lleva quien deja y vive el que ha vivido.

 yunques sonad, enmudecer campanas”.

Hay oposición de la idea cristiana de Manrique y la agnóstica de Machado en las metáforas “los yunques”, símbolo de la clase trabajadora que nace en España y” las campanas” símbolo religioso que representa la España vieja. Pese a su divergencia, los dos grandes poetas, ponen la mirada en el valor de la obra que deja el fallecido. La apreciación del fallecido por sus hechos es discurso moderno: Los elogios fúnebres del siglo XX y XXI ponen el acento en el valor de los logros de los grandes hombres a los que se les dedican elogios fúnebres por sus obras, porque los perviven más allá de la muerte.

El sentido religioso y moral de aceptación de la muerte por voluntad de Dios que contiene el poema de Manrique es la fe cristiana que va a continuar firme durante todo el Siglo de Oro, XVI y XVII, de la Literatura española.  Entre los más conmovedores poemas es el que Lope de Vega hizo a la muerte de su hijo Carlos Félix, muerto a los siete años[3] incluido en rimas sacras, 1614 del que extraigo unos versos

 Éste de mis entrañas dulce fruto,

 con vuestra bendición, ¡oh Rey Eterno!,

ofrezco humildemente a vuestras aras,

 que, si es de todos el mejor tributo

 un puro corazón humilde y tierno

 y el más precioso de las prendas caras,

 no las aromas raras

 entre olores fenicios

 y licores sabeos,

 os rinden mis deseos,

 por menos olorosos sacrificios,

 sino mi corazón, que Carlos era…”,

 

El poema extenso sigue siendo totalmente actual y Lope se dirige a Dios, pero también a su niño:

(…)“Yo para vos los pajarillos nuevos,

  diversos en el canto y las colores,

encerraba, gozoso de alegraros;

 yo plantaba los fértiles renuevos

   de los árboles verdes, yo las flores

  en quien mejor pudiera contemplaros,

 pues a los aires claros

 del alba hermosa apenas

 saliste, Carlos mío,

bañado de rocío,

 cuando, marchitas las doradas venas,

 el blanco lirio convertido en hielo

 cayó en la tierra, aunque traspuesto al cielo.

 ¡Oh qué divinos pájaros agora,

Carlos, gozáis, que con pintadas alas

 discurren por los campos celestiales

 

Se sigue manteniendo la esperanza en la vida eterna y la resurrección en algunos escritores del siglo XIX así en Zorrilla[4], ambas esenciales en la fe cristiana. Conviven con la duda y la rebeldía de Espronceda, pues ese sentido cristiano de arraigo va a tambalearse en el Romanticismo, donde la esperanza en la resurrección y en la vida eterna oscila, como en la sociedad hoy, y ya no hay seguridad sino incertidumbre. Entre los severos cipreses nos parece escuchar la voz de un poeta que estuvo en la zona entre Tudela, Soria, Veruela y Fitero y, romántico, puso un acento de melancolía que nos ha acompañado desde la adolescencia. Gustavo Adolfo Bécquer[5]

 

(…) ¿Vuelve el polvo al polvo?

¿Vuela al alma al cielo?

¿Todo es sin espíritu

podredumbre y cieno?

No sé, pero hay algo

que explicar no puedo

algo que repugna

aunque es fuerza hacerlo

¡A dejar tan tristes

tan solos los muertos!

 

Hubo en la literatura del Romanticismo tintes dramáticos, y miedo a los espectros y a los muertos. Hoy en las fiestas de halloween la parca no asusta, y la danza de la muerte se ha convertido en chanza jocosa y fiesta. Es un carnaval donde los jóvenes bailan otro tipo de danza, se disfrazan y juerguean. Si la literatura romántica incorporó lo tétrico y el miedo a los difuntos, y a finales de siglo Bran Stoker creó el personaje de Drácula[6] - el vampiro sediento de amor y de sangre, la moda americana ha añadido a la lista de los horrores a los zombis, o muertos vivientes llenos de pústulas de la tradición oral haitiana del budú. Hoy todo se ha incorporado. Quizá burlar el miedo a lo terrorífico está en las extrañas costumbres de nuestros jóvenes que, se visten con trajes góticos y se pintan ojeras y heridas purulentas, esta vez de mentira. En cierta manera esto de regodeo con lo tétrico tiene algo que ver con aquello del terror romántico, sólo que aquello era el pavor a la muerte y a los muertos o a los medio- muertos y los espectros y esto es disminuir su importancia, olvidarla, vencerlos. Es una danza de signo contrario que festeja la vida y la inconscienciaa.

La muerte ha dado profundidad y grandes páginas en nuestras letras. Todos recordamos las mejores elegías de nuestra literatura en español, la de Jorge Manrique a la muerte de su padre en maese D Rodrigo, la de Miguel Hernández a Ramón Sijé[7] y la de Federico García Lorca a Ignacio Sánchez Mejías[8]. Añado a la lista al mejicano Jaime Sabines y su extenso poema a su padre[9] que recomiendo e incorporo unos versos: “Algo sobre la muerte del Mayor Sabines”

Te enterramos ayer.
Ayer te enterramos.
Te echamos tierra ayer.
Quedaste en la tierra ayer.
Estás rodeado de tierra
desde ayer.
Arriba y abajo y a los lados
por tus pies y por tu cabeza
está la tierra desde ayer.
Te metimos en la tierra,
te tapamos con tierra ayer.
Perteneces a la tierra
desde ayer.
Ayer te enterramos
en la tierra, ayer.

Voy a acabar esta entrada con un poema de Juan Ramón Jiménez porque enfoca la muerte desde el yo de la vida, principio y fin de cada ser humano. Poema de uno mismo a uno mismo para cuando ya no esté , tan bello que nos deja un temblor, casi lágrima. La belleza de un poema que dulcifica la muerte:

El Viaje definitivo[10]

… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Yo también he escrito sobre la muerte, aunque no de forma central sino lateral en poemas de despedida[11]. Algún día me pararé a hacerlo, creo que hay en mí algo de todo lo anterior. Este año me he atrevido a hacer mi propio centro y he comprado claveles y margaritas. No estoy insatisfecha con el resultado, lo repetiré. La visita a mis familiares fallecidos y mi rezo mientras limpio y arreglo la capilla es también producto de la lealtad y el amor. Allí donde ahora, estén saben que los sigo llevando en mi recuerdo conagradecimiento. Descansan en la paz de Dios. Me quedo con la esperanza.

 

 



[1] “Coplas que hizo D Jorge Manrique a la muerte el maese de Santiago don Rodrigo, su padre” La elegía pudo ser escrita con posterioridad a la muerte de éste. fallecido en 1476. Edición: Glosa famosíssima sobre las coplas que hizo don Jorge Manrique a la muerte del maestre de Santiago su padre, de Alonso de Cervantes, publicada en 1501.

[2] Francisco Giner de los Ríos murió el 18 de febrero de 1915, según lo dice el ABC y el   Imparcial en sus números de ese día.  Léase a Fernando González Ollé:” Antonio Machado. Versión en prosa de la elegía a Giner”, publicado en NUESTRO TIEMPO” n.º 102, diciembre 1962, afirma que el poema está fechado en Baeza el 21 de febrero de 1915 y que aparece en libro por primera vez en Páginas escogidas,(1917) y luego en Poesías completas del mismo año. Fue publicado por primera vez en la revista España. º5, 26 febrero, 1915 y posteriormente reproducid por el Boletín de la Institución Libre de enseñanza ( XXXIX. 1915.49)

[3] Incluido en “Rimas sacras”, 1614

[4] D Juan Tenorio se estrenó en el Teatro de la Cruz de Madrid, el 28 de  marzo de 1844

[5] Rima LXXIII, Obras completas, 1871, fue una publicación póstuma, un año después de la muerte de Bécquer en 1870. Tenía Bécquer manuscritas y   recopiladas algunas Rimas que fue publicando en revistas de la época y que dio al ministro González Bravo para su publicación, pero se perdieron en la revolución de 1868, dos años antes de su muerte.

[6] Novela publicada en 1897

[7] Poema perteneciente a El Rayo que no cesa, 1936

[8] Fue publicada en editorial Cruz y Raya, con ilustraciones e José Caballero en 1935

[9] Jaime Sabines, peta mejicano de origen libanés, nacido en Chiapas, 1926 y muerto en Ciudad de Méjico en 1994. Algo sobre la muerte del mayor Sabines, fue publicado en 1974.

[10] Tomado de “Corazón en el viento, de Poemas agrestes, 1910-1911

[11] Fueron un tiempo, Tudela, Traslapuente, 2016

sábado, 29 de octubre de 2022

APUNTES GASTRONÓMICOS








APUNTES GASTRONÓMICOS

Somos producto de encuentro y producto de encuentro es nuestra gastronomía. Es la gastronomía un arte y una ciencia y es un viaje largo que, paso a paso, introduce los productos en la sabiduría del gusto, ese quinto sentido que rara vez se pierde. Remite a una Historia evolutiva y se puede considerar, sin ningún complejo, Cultura. Es Cultura material, porque materiales son productos tangibles. E inmaterial porque, a pesar de todos los maravillosos recetarios, unas veces doctos y otras castizos, no se pueden detener en el tiempo. La gastronomía viene desde muy lejos, unos productos perecen, otros quedan, otros evolucionan, otros vienen. Irrumpen para quedarse y van hacia un futuro gastronómico nuevo y una nueva cocina.

La gastronomía se hace arte material, aunque pictórico, en los bodegones de los españoles Juan Sánchez Cotán, o Francisco de Zurbarán, así sabemos qué se servía en las mesas en el siglo XVII, es conocimiento. O en Pablo Picasso, que es juego; o en Antonio López que detiene el producto y lucha por plasmarlo en una naturaleza muerta. Y porque toda tradición tiene su continuidad, a la tradición se se adscribieron los pintores riberos José Serrano y Cesar Muñoz Sola, de Tudela y Jesús Lapuerta, de Cascante, y Pilar García, de Murchante, por citar alguno de los que me son más cercanos. Arte literario es el que cada año ofrece el olivo a la Cofradía del Aceite el poeta de Cortes Pepe Alfaro, siguiendo el canto de las Cosas del Campo del malagueño José Antonio Muñoz Rojas. Arte de conservar los rituales son los libros de cocina como los de Arraiza, Sarobe, Marín Royo, Angelita Alfaro, Uriz Bartolozzi y tantos otros, cada vez mejor editados. Y las Cofradías gastronómicas con su liturgia.  Arte inmaterial es la elaboración exquisita del producto con servicio de alta y nueva gastronomía navarra, que es lo que han hecho y siguen haciendo los prestigiosos cocineros navarros, cuyo nombre está en la mente de todos los conocedores de la buena mesa (que no voy a citar por no olvidar a alguno) de los que tanto presumimos en esta Cofradía del Aceite de Navarra.  La Gastronomía es Ciencia porque cada producto tiene su virtud, y alguno su cruz, y cada vez más investigadores estudian sus cualidades y las aportan al mundo del consumo y la industria. Somos lo que comemos, de ahí que un buen gastrónomo deba calibrar que debe o no poner en su mesa. Tenemos suerte porque cada vez más se aprecian las virtudes de nuestra huerta. Lo que ponemos es la gloria de los alimentos vegetales:  Espárragos, alcachofas, habas, cardos, brócoli, guisantes, coliflor, coles de Bruselas, berza, borrajas, alubia verde, rabanitos, pepino, endibia, ahicoria, acelga, espinacas, calabacín, calabazas, tomate y pochas. De los productores, los restauradores y del apoyo de las cofradías depende su excelencia y su continuidad. Cada producto nuestro tiene su propia trayectoria y conocerla es valorarlo mejor.

Han perecido algunos alimentos, que ya hacen historia pasada, por ejemplo, las anguilas del Ebro, esas cuya receta figuran en los libros de cocina de Víctor Manuel Sarobe: “Pochas con Anguila de Tudela” ¿Dónde están hoy las anguilas? Y aquellos cangrejos ibéricos tan ricos que podíamos coger a las orillas de los ríos, como el Queiles, y que también figuran en el mismo libro de receta: “Cangrejos de Cascante”, ¿a dónde fueron? Producto de la degradación del medio ambiente, del cambio climático y de la acción no siempre cuidadosa del hombre, un día fueron y hoy ya no son. Eso también es Historia. De nuestro respeto a la naturaleza dependerá que se agosten o conserven. Quedan todavía ranas, que a veces podemos encontrar en alguna tasca castiza, pero son casi memoria de lo que antes era habitual entre las cazuelicas. Y es que también el paladar evoluciona y exige. Y quedan los sabrosos caracoles picantes.

La gastronomía escapó de las guerras y la censura, por eso podemos ahondar en los orígenes históricos. Cuando un pueblo conquista a otro los vencedores cambian los dioses, cambian los libros serios y jocosos, cambian el idioma, pero la cocina casera primitiva queda. La hija, que ha aprendido de la madre a guisar de una determinada manera, sigue haciéndolo así. Las recetas perviven. Un recorrido por la España de las tres culturas nos muestra en sus recetas y en sus gustos culinarios sus orígenes. Almorzábamos un día en Cascante con el judío sefardí, presidente de Tarbut Sefarat,  Mario Sabán y se sorprendió gratamente al ver que en la carta figuraba la ensalada de achicoria. Se puso contentísimo: “Si la viera mi padre”, y es que, nos dijo, era uno de los alimentos favoritos de su patria, Siria. No hace falta decir que es la achicoria uno de los productos típicamente nuestros que hasta hace bien poco era para el resto de España desconocido. Nuestra riqueza gastronómica es la pluralidad de las fuentes de origen que, con el cuidado y en buen hacer se ha vuelto en Navarra pura delicadeza por su finura.

La Gastronomía es lo más globalizado de nuestra cultura, antes de que existiera esa palabra. Por el Ebro entro con los romanos el cultivo de aceite, que ya habían traído los griegos desde Creta a la España costera. Elixir de vida, son los olivos árboles míticos, cuyo origen se asocia a Mesopotamia y Egipto. Llega posiblemente de Creta con los griegos, se extiende por el Ebro con los romanos y se afianza con los árabes El Marqués de Griñón, en su publicación Oleum indaga en el origen del término:  “Oliva”, “olivo” vendrían de vocablo semítico Ulu, que más tarde se convertiría en Elaiwa, Elaia para los griegos y finalmente el Oleum, nombre del que derivan casi todas las acepciones europeas. Nosotros los españoles tenemos dos paternidades para denominarlo, porque en España de Al Ándalus, a la que perteneció la Ribera de Navarra hasta la conquista del Batallador, debe la cultura del aceite de mesa a los árabes que, al no poder utilizar grasas animales ni sebos en su alimentación, lo utilizaron como condimento. Esa costumbre alimenticia la heredaron los Monasterios. La oliva de la Ribera navarra, como la aragonesa, era variedad empeltre y en los libros notariales de transacciones y quien tenía un olivar tenía “una empeltrería”. Aquel aceite de olor vivo y algo amargo, buenísimo para los acostumbrados, con oliva ovalada y sabrosa hoy es en la Ribera multitudes de variedades como la arbequina, oriunda de Tarragona. Una evolución de los gustos de consumo y de producción.

La joya de la Ribera de Navarra es cada vez más su verdura. Es nuestro fuerte. Nuestra huerta nos ofrece un maravilloso producto y hay denominaciones de origen navarro. Pero nuestra huerta conoce la globalización, pues contiene en sus matas las aportaciones de otros continentes, en especial de África a Ámérica. De África, desde el siglo VIII, porque los invasores musulmanes, que habían conquistado los grandes imperios antiguos, nos legaron también sus alimentos.  Cuando un conquistador conquista un nuevo territorio, quiere reproducir su paraíso de infancia y, en ese paraíso, le es importantísimo saborear los alimentos con los que se abrió el niño desde el nacimiento al mundo de los sabores, pues es sabido que un niño en sus primeros meses aprende el mundo a través del paladar. Así fueron introduciendo, con tecnologías de cultivo y regadío revolucionarias desde el siglo en nuestra gastronomía, vegetales hoy habituales como la berenjena, la sandía, la zanahoria, la espinaca y la morea blanca y muy posiblemente la alcachofa. Duda el profesor de la universidad de Toronto, Andreu W: Watson, de que fueran los árabes y no los romanos los que introdujeran en nuestra alimentación la alcachofa silvestre, familiar del cardo. En todo caso la alcachofa, tal y como se la conoce y no la primitiva, si fue cultivada tal y como hoy es por los musulmanes. Su cultivo se extendió durante la edad media Es la alcachofa, “Al harsuf”, reina de nuestras verduras, tesoro de la buena mesa. Así la cantó el poeta árabe del siglo XI, Bel al Talla:

La Alcachofa

“Hija del agua y de la tierra, su abundancia se ofrece, a quien la espera, encerrada en un castillo de avaricia. Parece por su blancura y por lo inaccesible de su refugio, una virgen griega escondida en un velo de lanzas"

En deuda con el poema, desde Chile nos vuelve desde América del siglo XX la voz de Pablo Neruda en sus Odas Elementales, escritas en el siglo XX

: La alcachofa/ de tierno corazón/ se vistió de guerrero/ erecta construyó/ una pequeña cúpula/se mantuvo / impermeablebajo sus escamas….

La segunda revolución gastronómica fue definitiva. Producida en el siglo XV con el descubrimiento – el encuentro - dicen hoy - de América. Fue la primera globalización del mundo, la nuestra, la española. Las verduras navarras son deudoras de Hispanoamérica porque tres de los productos más valorados de nuestra gastronomía los trajeron los marineros de las nuevas tierras de allende los mares. En Lima hay un museo que lo explica. “La papa”, la patata. ¿Y qué serían los calderetes sin la patata? ¿y qué si no pudiéramos degustar tortilla de patata? La patata sustituyó al nabo. Cultivada en el altiplano andino hace 7000 años los incas conocían 60 variedades de patata adecuadas a los distintos climas. Eran productos desconocidos en España que plantaron las generaciones de hace seis siglos y que hoy triunfan en las huertas de la Ribera de Navarra. Nosotros llevamos a América los nuestros. A Méjico, Bolivia y Perú debemos productos tan nuestros hoy como los pimientos y todas sus variedades de las que se derivan aquellos americanos, rojos, verdes, amarillos, morrones, de cristal, de Nájera, del Padrón, del Piquillo, guindillas, parecidas al ají todavía más picante, y la variedad el chili, de la que se extrae la pimienta y la cayena, muy interesante porque sustituían a las anheladas especias, seco, se podía moler. Llegaron a España en el primer viaje de vuelta de Colón en 1493. No podríamos imaginar la cocina navarra sin pimientos.  Los tomates son originarios de los Andes de Perú, era inicialmente silvestre, un fruto rojo. Desde allí se extendió por América central. Los aztecas lo llamaron “Xitomatl” en lenguaje “Nahuatt” que hablaban los aztecas. Ellos mejoraron su cultivo y sus variedades. Fue Hernán Cortes, el conquistador de Méjico quien lo descubrió en las huertas de los indígenas, que lo consumían como comida principal. Los exploradores lo trajeron en uno de sus viajes. En mercader español lo llevó a Italia y allí el tomate pasó de ser ornamental en las huertas a ser manjar en las cacerolas. Se consagró con sobresaliente. Los italianos le llamaban “Pomo do moro”, por venir de España o “Pomo d óro”, manzana de oro, pues los primeros tomates debieron ser amarillentos. Esos feos de Tudela de los que presumimos, los negros, los de Cascante con su grado de acidez, los de bola, los tomates de pera para salsas, los de rama con sus híbridos y tienen origen andino. La cocina navarra, la española, la europea, la de Estados Unidos no sería sin el tomate y sus salsas. Así lo cantará Neruda:

(…) “y sobre la mesa/ en la cintura del verano/ el tomate/ astro de tierra /estrella/ repetida/ y fecunda/ nos muestra/ sus circunvoluciones/ sus canales/ la insigne plenitud y la abundancia/ sin hueso/ sin coraza/ sin escamas ni espinas/nos entrega/ el regalo/ de su color fogoso/ y la totalidad de su frescura.”

Tenemos en nuestra gastronomía un ejemplo de cómo la apertura a otros mundos nos enriquece.  Los restauradores investigan nuevas sofisticadas recetas y un buen restaurante, de los que tantos hay en esta tierra, es una invitación al viaje y al turismo. Hagamos de nuestra gastronomía un paraíso de sabores guardando el terrenal nuestro.

 Pamplona, septiembre, 2022.