sábado, 30 de diciembre de 2023

NACER ENTRE LA PIEL

 



A veces

en una vieja plaza con castaños

o al pie de un avión

o por una llamada intempestiva de teléfono

vamos adivinando a los amigos.

Suelo reconocerlos porque tienen una mirada naufraga

como si fueran manos que nos fueran atando a su propia galerna

o tal vez nos sacaran a flote por los acantilados de sus dedos.

 

Y nos vamos parando

y apeando del carro de nuestra soledad e intemperancia

para aprender sus voces

para aprender sus voces,

 

Y nos reconocemos

y paramos en agua

y lloramos

porque nos hemos visto a través de sus órbitas fijas

y nos va conmoviendo su dolor

y nos va fermentando su placer y el peso de sus manos entre las nuestras- un poco inútiles

Y lanzamos al viento los tendones

y flotan y se aferran y nos flotan

y vuelven otra vez a bracear

Y nos hacen nacer entre la piel y sentirnos calientes y asumidos.

 

La más grave derrota es no aceptar el peso de una mano por miedo a que nos muera

Yo me aferro a las manos que palpitan, a las que cosen lágrimas

a las que es criben versos y botellones con mensaje que lanzan suavemente a la deriva,

las que gritan, las que rompen el frío, las que estallan

y me avivan la carne

y me empinan los ojos

y me imbuyen la audacia

en el feroz mecer de la corriente.

 

Voy echando a la mar mis confidencias

y mis manos, de amor dolor, de amor de solitaria a solitario,

envueltas en espuma,

en papel de soñar

en fluviales metáforas,

para que tú maldigas

para que yo maldiga

esa resaca atroz que nos hunde hasta el vientre.

 

Yo creo en las palabras que no tiene redondos ni mayúsculas, que nos granan por dentro

y que cuando se expresan se hacen pan

-          y calor

-          y mano pequeñita,

-          o sabia

o florecen en hombre

y nos abren de bruces los sentidos por las cuatro vertientes.

 

Tal ves sólo lo elemental es trascendente

y esa mano empapada de cansancio que resurge

Intentándolo

intentándolo.

 

Conseguiré yo algún día yo ser manos

tú también serás manos

todos seremos manos.

Llegaremos al borde final, a las columnas

kiilometros de manos

solidarias, unidas, abrazadas en rosas.

(Madrid, 1984)

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