Incorrección política, descortesía y bofetada parece la falta de la invitación al rey de España, Felipe VI, de la presidenta de México. Creía yo que en Méjico, un país con fama de machista , la sensibilidad elegante de una mujer, Claudia Sheinbaum Pardo, no recurriría al discurso revisionista para contentar al populismo mexicano. ¿Es el desaire defensa de lo indígena frente a la conquista española?
Como apuntó ayer el diplomático Chencho Arias, no es precisamente el amor a lo indígena lo que ha demostrado México en su historia, ya que después de más de 200 años de la independencia de España, solamente uno de los presidentes de México fue de raza indígena. Podemos pensar y pensamos que puede existir cierto racismo en esa exclusión del indio, común en algunos países hispanoamericanos que también los excluyen y que con este discurso lo intenta aminorar.
Apelar a la crueldad de
la conquista de Méjico y responsabilizar al rey de España, Felipe VI, para que
se disculpe en nombre de España, parece una forma de quedar bien con los
indígenas, a los que el propio Méjico evita que accedan al poder por miedo o
por racismo El racismo no solamente atañe a la raza negra, también existe en
Hispano-América. Los indígenas son la escala social más baja y los peor
tratados. Mejor no debería de echarla culpa a España ni apelar a la demagogia.
La historia de la conquista – o del encuentro- tuvo luces y
sombras. Luces, ese idioma que tan bien maneja la presidenta; luces, el origen
del apellido español, Pardo, que muestra lo español en las venas de la
presidenta; luces, el mestizaje de españoles e indígenas por casamiento; luces, las leyes de protección a los indios,
aunque no siempre se cumplieran; luces, la creación de universidades a las que
pudieron acceder los indios y los criollos; luces, la no imposición del
castellano y la creación de diccionarios que recogían y respetaban las lenguas
autóctonas; luces, la construcción de templos y luces con su sombra, la
evangelización, si se interpreta desde el siglo XXI y no del XVI.
Sombras las violaciones; sombras la dureza de las armas propias de cualquier guerra de conquista, sombras, los violentos métodos bélicos propios de cualquier guerra con sus asesinatos e intrigas, sombras, el expolio de la tierra conquistada, sombra la imposición del credo. Pero no se debería juzgar al siglo XVI desde el XXI. Si retrocedemos, juzgaríamos con el mismo rigor los sacrificios de sangre de los aztecas y sus ritos. Las muertes cruentas de niños jóvenes, mujeres y hombres amigos y enemigos ofrecidos a sus dioses, la sangre derramada, la crueldad y los asesinatos. Y sus igualmente luchas de conquista y esclavitud entre las distintas culturas y etnias, expolios y abusos-
Mejor
pensar desde el presente.
Creo que en dos entradas en este blog he hablado de Méjico y
de todo lo que ha aportado a la cultura y a la economía española. Creo lo mismo
de las aportaciones de España a Méjico, no voy a repetirme
Me gusta Méjico. El año pasado estuvimos en Méjico Distrito
Federal, nos gustó, pese a que las calles centrales estaban cortadas por
manifestaciones de maestros y filas de a cuatro de policías pertrechados con
escudos y cascos. Pese a que no pudimos ver algunos museos y murales. Pese a
que, con el centro cerrado, no conseguimos cambiar moneda en las oficinas de
cambio; pese a que un taxista nos dejó sin blanca porque nos cambió dólares
falsos y por poco tenemos que volver al hotel andando; pese a que nos desaconsejaron
que saliéramos por la noche y no pudimos asistir a espectáculos nocturnos, ni
mariachis ni danzas. Pese al miedo, nos gustó. volveríamos.
Nos bastó el trato animoso de los mejicanos y la charlas como
la del poeta ambulante que tras la cháchara nos vendió su libro; alucinamos con
la grandeza artística del Museo Nacional de Antropología; admiramos las cuatro fachadas de la Catedral de Méjico que visitamos el primer día
antes que cerraran las calles; compramos una máscara de piedras duras en la
plaza de la Constitución; nos trasladamos al Museo Frida Kahlo, y nos sorprendimos con la viveza de los frescos de Diego Ribera- aunque nos ponga
verdes; y nos demoramos en el Museo Chapultelpec donde se puede ver el precioso
retrato de sor Juana Inés de la Cruz, la décima musa; comimos tacos ; y nos mojó el dios de la lluvia con su aguacero. Nos gustó, volveríamos.
Recordamos a Octavio Paz, cuyos poemas adornaban las calles en una exposición al aire libre, Premio Nóbel y Premio Cervantes; a Juan Rulfo, premio Príncipe de Asturias; a Carlos Fuentes, premio Cervantes y premio Príncipe de Asturias; a José Emilio Pacheco, Premio Cervantes, premio García Lorca, premio Príncipe de Asturias, Premio Reina Sofía; y a Jaime Sabines, cuya s poemas había escuchado en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
¿Hubiera existido la obra de sor Juana Inés de la Cruz sin el mecenazgo del virrey y la virreina de España?
España y Méjico. Presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, Si invitaras al rey de España, Felipe VI, también revisarías la historia con sus luces. Harías más luminoso lo que nos une, esos lazos lingüísticos, artísticos, comerciales, históricos y fraternales, y más fuertes nuestras mutuas raíces.
Nos gustó México, volveremos.