Se llamaba Manuela Pérez Mora, creo que sin miedo a equivocarme puedo decir que fue una de mis grandes amigas nunca olvidadas . No escribía, al menos no convencionalmente para publicar, solamente para poner letra a sus canciones y a las canciones de los demás y cuando las tocaba con la guitarra se trasfiguraba, algo así como Jesucristo en el Monte Tabor La encontré en Prometeo, haciendo risas con Luis Jiménez Martos, que era zumbón e irónico de fina guasa cordobesa, como Manoli de la madrileña castiza, allí estaban los dos cuchicheando entre risas, mientras Juan Ruiz de Torres se desgañitaba. Manoli tenía cierta configuración atlética y el pelo corto un si es no es castaño y solía vestir con ropa deportiva con clase, como las de Donosti en otros tiempos. Además de buen humor tenía una sensibilidad extremada. Lo suyo era el arte, sobre todo la música para la que tenía un oído especial -
- ¡El concierto de Navidad de este año, este director ha hecho un quiebro en el compás no se cuantos de inicio ¿No lo has notado. Es un director raro.
Al día siguiente lo mismo decían los mejores críticos musicales.
o protestaba en un recital casi en voz alta-
¡Pero bueno, si nos está recitando el Génesis, pero en malo!
Yo me carcajeaba con ella porque siempre acertaba. De su carácter destacaría su nobleza- era íntegra- su sinceridad- jamás ni se mentía a si misma ni mentía- y su valentía, era capaz de arremeter contra cualquiera que vulnerase a los suyos. Leal y generosa amiga. No le gustaban los comunistas porque habían estado a punto de fusilar a su padre, un empresario importador de maderas nobles que debió tener tanto carácter como su hija y cuyo legado Manoli defendía:
Yo soy Manoli Pérez Mora
He encontrado a veces en la vida amigas así que tienen en alta estima su cuna y su progenitor no tanto por el pedigree sino por los valores éticos o empresariales que se intentan emular. Creo que hubiera sido ella una buena empresaria, como su tía Victoria Pérez, la dueña del Ruber, que nos invitó a comer a las dos el día del funeral de Luis Rosales en Cercedilla. Una buena cabeza que saltaba desde los temas económicos a los artísticos con agilidad de gata, podíamos hablar de todo lo divino y humano sin aburrirnos nunca y sin criticar a nadie. Coincidíamos o quedábamos en los mejores actos culturales, fueran conferencias, exposiciones o recitales y muy frecuentemente en la Residencia de Estudiantes, cuyos actos poseían la clase de la sencillez y de la categoría nunca pedantes. Otras veces era en Escritores y Artistas, con Manrique de Lara y Leopoldo de Luis, Prometeo con Juan, Rafael Montesinos en Cultura Hispánica o Círculo de Bellas Artes De su talante me asustaba su agresividad, siempre a punto el estoque - y la desinhibición con que se desarrollaba, pues pegaba hebra con cualquiera sin complejos. También tenía un gran y poco acomplejado corazón sin prejuicios. Un día me dijo :
- He invitado a la gitana que vende flores en Santa Rita- (la iglesia de Agustinos de Guzmán el Bueno al lado de su casa ) a desayunar a la Habana.
Me imaginaba yo a la selecta clientela de la Habana, una estupendísima confitería, con los ojos a cuadros y a Manoli y a la florista distendidas charlando.
- Anda, Manoli ¿Y eso?
- Porque tiene más categoría que muchos de mis vecinos. Me ha preguntado por mi madre y me ha regalado flores para ella, Así se demuestra la humanidad y no con tanto pijerío idiota.
La madre de Manoli había enfermado y allí estuvo ella sin salir de casa, con las ojeras hasta el suelo. Yo a veces iba a verlas y les llevaba bollitos Se suspendieron las tertulias caseras con Chati, su hermana, Juan Dorismond, su cuñado médico, el doctor José Antonio García Andrade, forense y el padre Álvarez, agustino y nosotras que hablábamos de poesía. Según Manoli, el padre Álvarez le decía la misa a Aznar en la Moncloa.
- Vienen todos los domingos a buscarlo y lo traen y lo llevan.
A mi las charlas que me fascinaban eran las de García Andrade.
Creo que el sobreesfuerzo sentimental y físico de la enfermedad de su madre deterioró su salud, pues era imposible que tomase los problemas afectivos con serenidad y su madre era toda la vida que realmente defendía y le importaba. Murió su madre y al poco ella enfermó de cáncer.
La enterraron en el Escorial y el cielo azul me pareció aquel día más feo y más oscuro.
AL DIOS DEL AZUL Y DE LA BELLEZA PIDIÉNDOLE
(Para Manoli Pérez Mora, poeta, melómana y amiga)
Dios del azul, hasta Tí ha llegado Manoli.
acógela en tus brazos
porque siempre Te tuvo en su hondo corazón
en el espacio puro de la belleza y de la profunda
música
donde recrean los hombres el mundo que les diste
y sus esferas altas.
Su corazón habitaba el vuelo de la sinfonía y del
desgarro
Estaba forjado de la mano sostenida que pulsa las
cuerdas
de la fortaleza del viento en la boca
de los dedos sensitivos que se entrecruzan desde
lo hondo hasta lo agudo
desde el marfil a la caja de resonancia
desde la batuta hasta el silencio Habitaba
desde el metal hasta el espíritu que de él brota
y estalla en
búsqueda
de Ti, Dios del azul y Dios de la belleza
trascendida.
Retén en Ti sus abiertas manos generosas
porque era fría y caliente nunca tibia ni
anodina ni ajena.
Tú creaste sus ojos
capaces de buscar sin descanso la belleza perdida
entre los escombros de la vida humana
en este valle de llanto y de sonrisas
de amor y de estremecimiento.
Tú le diste un olfato capaz de perseguir Tu rastro
sin perderlo
y un oído capaz de distinguir lo verdadero de lo
falso
la piedra recia de la escayola dúctil
las voces firmes de los ecos baldíos .
Tú le diste la voz.
Oye su clara voz o rota o de poeta
porque sabía hablar con la palabra del fuego y de
la hondura
con las palabras asociativas o disociativas
con la palabra de la guitarra abandonada en los
márgenes del tiempo
Oye su propia voz su voz recogida y derramada
su voz o suya y nuestra la de todos los hombres
que estallan o se aquietan
porque les diste el don de la palabra herida.
Acógela en tus brazos Padre
Eterno Dios Poeta Creador del hombre y de sus
sueños
de sus impulsos y de su añoranza
de sus paz y su guerra y su agonía
para que nuestra amiga Manolo llegue hasta Ti
feliz
y al fin Dios del azul
abandonada entre tus dulces brazos
descanse.
(Fueron Un Tiempo, Tudela, Traslapuente, 2016)