miércoles, 26 de marzo de 2025

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS

 

Por sus frutos los conoceréis

(Lc. 6.43-44)

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis. 

Dije alguna vez que mi generación estuvo atiborrada de trascendencia y así fue. Pero mi generación también tuvo la suerte de aprender de pe a pa los textos sagrados. ¿Cultura bíblica cultural? No, mucho más profundo: Ética y honestidad humanidad y compasión, el Evangelio. Creo yo que no consiste la bondad y la categoría del humano simplemente en tener determinada fe, sino en ajustar los modelos de conducta y los valores a su religión. Mi generación ha conocido muchas formas de ejercer esa religión y a muchas personas cristianas con distinta forma de entenderla, sabe de algunos que mataron por ella (cosa inaudita porque va en contra de los mandamientos) sabe de otros que la practican como lobby y medro (igualmente sabe que Jesús echó a los mercaderes del templo) de otros que la propagan en vacío, sabe de los falsos profetas. Y sabe de los santos y santas humanitarias que la practican en todas las religiones positivas y no castradoras.

Pero sabe también que las enseñanzas del Evangelio están muy por encima de todos nosotros y conoce gente justa, honesta y íntegra. Con todos mis respetos, empeñarse en que otro crea lo que yo creo es una falta de respeto, una intromisión en la vida ajena. Podía ser entendible en el siglo XVI, pero no en el siglo XXI. El que quiere, busca. El que necesita, va. Soberbia me parece y egolatría pensar que otro necesariamente debe de pensar lo que yo pienso, creer lo que yo creo. Porque mi generación también los ha sufrido y gozado desde que nació por una permanente y excesiva educación religiosa, creo en la libertad de conciencia, creo en el respeto a las creencias y los valores plurales mío y de los demás, y creo en que cada persona necesita un espacio personal íntegramente suyo donde mejor ajustar su vida a los valores que quiere practicar, sin interferencias, para dar los mejores frutos.

En este horror de momento político mundial que estamos viviendo, la que esto escribe echa en falta los valores que nos enseñaron, el valor de de tender puentes, del respeto al otro, de la veracidad o su búsqueda; de la solidaridad ante el que sufre; de la búsqueda de la equidad, de la compasión, del intento de construir un mundo donde el progreso no sea sólo en negocio  propio,  de la búsqueda de soluciones humanitarias al que llega. Nos hablaron del rechazo a  los malos ejemplos, las malas personas. Los malos que hacen maldades.  Los malos que no tienen conciencia de malos y por dinero publican lo inasumible y se excusan,  Los malos que si la tienen pero les viene bien serlo. Una va eligiendo con quien quiere estar y con quien no. 

Mi generación no conoció la guerra, más que en el cine. Que Europa está cansada de matarse a lo largo de XXI siglos me parece esencial., demuestra madurez. .¿Tan cerca estamos de la guerra que nos piden que nos avituallemos? Es triste. Triste pero necesario. Tenemos que rearmarnos 

Mientras existan los malos, quienes pueden agredirnos,  hay que estar prevenidos y armarse, por si acaso.  No miento si digo no me gustaría que ninguno de los míos se viera implicado en un conflicto bélico. Mi generación tuvo la suerte de no padecerlo  A las mujeres, porque damos vida, nos resulta insoportable que nuestros hijos mueran. Las guerras son el más triste fracaso de hombre. Uno de los jinete del Apocalipsis que siempre está presente 

 

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