miércoles, 23 de junio de 2021

TERESA

 

TERESA

 

De repente el tiempo se paró.  Parecía que los días iban a ser iguales; era impensable que importaran nada, un libro roto, o un zapato inválido, inservible. El bochorno la sofocó, o estaba sofocada, pues no pensó que nadie la acompañara a escuchar el dictamen. Exiliada ahora, separada y distinta de aquellos que no sabían lo que era el nombre de su enfermedad, esa suerte de exilio que aterra y que margina. 

No, no se asuste, dijo el   hombre de la bata blanca, así de pronto: Positivo. 

Bajar a los infiernos de la quimio, pensó. Toda la soledad cayó de pronto sobre su plumífero, sintió que encogía, que nadaba en la prenda. Cerca el autobús de la vida se detuvo; bajó una chica con estilo joven, con pañuelo de color esperanza anudado a su calva, sonrió a los viajeros. Teresa sintió un zumbido de arranque. Avivó el paso.

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