23 de noviembre, ya 24, no pasará esta noche sin que hable de la peor historia que hoy publican varios periódicos: La noticia de que D Miguel de Unamuno pudo no morir de muerte natural sino asesinado a manos de un falangista que lo visitó en su casa. La vileza, si es cierta, del que penetra con engaños en el domicilio para asesinar a la conciencia de España, a un hombre entero, a un ser humano incorruptible, a un insatisfecho pensador pues el pensamiento total nunca puede ser satisfecho, a un buscador siempre de la verdad, aún hoy, que han pasado 84 años de aquello, es una espada que nos atraviesa con su filo punzante. La cara en la luz de D Miguel contrasta con la cara en la sombra de un hombre que no fue hombre, de un ser humano putrido, de un autosatisfecho de su falta de pensamiento y exceso de fanatismo, de un banal, de un ambicioso limaco que pudo vivir en la mentira y en el silencio. Esperaré a leer que es cierto- y ójala no lo fuera- para avergonzarme todavía mas de los que quisieron redimir a España matando y asesinaron el futuro. Mi corazón está con usted. Grandísimo D Miguel, descanse en paz.
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