Premios Princesa de Asturias:
Los premios Príncipe, ahora Princesa de Asturias son para mi uno de los acontecimientos más edificantes y nobles del año. La excelencia de los premiados siempre me merece admiración y afán por trabajar mejor, por buscar la generosidad, la solidaridad y la excelencia. No es orgullo la palabra que siento, es emoción. Emoción ante la bondad y la belleza , el esfuerzo y la generosidad de las personas que hacen la vida mejor a los demás. Creo que el premio, y tal y cómo lo planteó o plantearon la Fundación Príncipe de Asturias fue una de las mejores aportaciones a la Corona Española a la plataforma de humanismo, humanidad y grandeza. Enhorabuena a los premiados, a la Corona, a la Fundación Princesa de Asturias y a Asturias y sus gentes. La emoción me sigue acompañando.
Quizá el que despertó entusiasmo por sus merecimientos el Premio a la Solidaridad a todos los que se ocuparon de cuidarnos en la pandemia desde febrero, perdiendo en muchos csos la vida y poniéndola en riesgo otras: Médicos, enfermeros, sanitarios, celadores, polícía, ejército, guardia civil, cuidadores, limpiadores, tanto hombres como mujeres. Algo que no cuadró es que mientras nombraban a los premiados , una voz nos iba contando historias y no pude atender a qué colectivos nombraba ni el nombre de las personas que se habían trasalado a Madrid a recogerlo, pues la voz de las narradora era fuerte. Sinceramente hubiera querido atender a la presencia de todos los que representaron a los colectivos, qué colectivos estaban incluídos y la voz de las edificantes personas presentes en el acto
Un acto sobrio y ejemplar. También como siempre edificante el discurso de Felipe VI pidiendo la unidad. Y la voz adolescente de una Princesa de Astrias que va tomando el relevo con candor y simpatía
Incluyo el poema del Premio de la poeta norteamericana Anne Carson. La poesía parece que cada vez más va incorporando la cotidianidad a la lírica y sus temas:
ANNE CARSON (Premio Princesa de asturias de la Letras)
Podrías 1
Si no eres la persona libre que quieres ser, busca un lugar donde puedas contar la verdad sobre ello. Contar cómo te va con todo. La franqueza es como una madeja que se produce a diario en el vientre, tiene que desenrollarse en algún lado. Podrías susurrar de cara a un pozo. Podrías escribir una carta y mantenerla guardada en la gaveta. Podrías escribir una maldición en una cinta de plomo y enterrarla para que nadie la lea por mil años. No se trata de encontrar un lector, se trata de contar. Piensa en una persona de pie, sola en un cuarto. La casa está en silencio. La persona lee un pedazo de papel. No existe nada más. Todas sus venas se pasan al papel. Toma la pluma y escribe en él unos signos que nadie más va a ver, le confiere así como una plusvalía,
y todo lo remata con un gesto
tan privado y preciso como su propio nombre.
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