DEVALUAR EL PRODUCTO. Entre los hombres y las mujeres hay mercaderes que piensan en las demás personas como mercancía. Tratar de que una persona parezca mala hermana, mala hija, mala madre, mala esposa, mala persona, mala cristiana, mala escritora, mala amiga es la táctica habitual de los trapisonderos sin grandeza: Devaluar el producto, aislarlo, hacerlo sentir que no es nada, decirle a él y a la sociedad que nada vale: Piensan que es la forma para mejor apropiárselo, vencerlo, comprarlo al menor coste. Si se devalúa y se degrada, tal vez se venda o tal vez el objeto humano se acabe rindiendo. Pero las gentes de fe , y entre ellos muchos de los escritores, que también son lectores, suelen ser gente de espíritu y lecturas, tienen valores y recursos inesperados, suelen creer en ellos mismos y en la vida y en la verdad más allá de las manipulaciones interesadas. Sus recursos para no caer no son los siempre habituales y obvios:
Podrá faltarme el aire,
el agua,
el pan,
sé que me faltarán.
El aire, que no es de nadie.
El agua, que es del sediento.
El pan… Sé que me faltarán.
La fe, jamás.
Cuanto menos aire, más.
Cuanto más sediento, más.
Ni más ni menos. Más.
..
No hay comentarios:
Publicar un comentario