En tiempo de pandemia lo que sobra es el tiempo. Recluidos entre cuatro paredes, aprovecho para escribir, leer, oír música, ver cine por la tele, pues los debates y tertulias son a veces demasiado crispados y no estoy para mucho ruido, más bien para meditación y cosas suaves. Interesante es que este año casi todas las cadenas han puesto películas bíblicas y basadas en la Pasión de Cristo, todos nos hemos recogido. A la hora del café, vemos en sesiones maratonianas la preciosista e interesante The Crown. Lo bello a lo que nos tienen acostumbrados las series inglesas se agradece en un momento en que lo habitual es lo cruento y los asesinatos. Me apasionan las películas de Historia, si se basan en la realidad histórica. La serie sobre la monarquía inglesa, bien traída y representada, està muy lograda. Sigo con atención lo reconocido de sus hechos y aprendo de lo desconocido. Como no soy versada en Derecho Constitucional, la serie me ha hecho vislumbrar que la Corona inglesa no es una persona, es una institución No lo había pensado. Círculos concéntricos de seguridad rodean a la Monarquía y la protegen de posibles errores y desvíos; aconsejan sin imposiciones, son guardianes fieles de que siga en pie con plenitud y honor, obedecen al la Reina pero son determinantes a la hora de mostrar el camino por donde deberían discurrir sus decisiones. Su lealtad es total ¿dejarían de serlo si las decisiones tomadas por Isabel II fueran contrarias al respeto democrático o a lo que se entiende como la grandeza y servidumbre de la Corona? ¿Le facilitarían la dimisión a quien no les ofreciera estabilidad y garantía como forzaron la del príncipe de Gales? La Monarquía Inglesa se apoya en dos baluartes que la salvaguardan: Su inquebrantable sistema democrático y la Institución que protege la Corona. La titular no se sale jamás del guion.
La reina Isabel II se considera una fiel, leal, generosa guardiana de la Corona representada en ella como monarca y está consagrada a su misión institucional, por supuesto sin prioridad para sus gustos personales y a sus emociones familiares. Los sentimientos son sustituidos por la responsabilidad de su cargo y la acepta. Lo más importante para el titular de la Corona es el bien del sistema de Inglaterra. No hay espacio para las decisiones personales ni sus puntos de vista; su visión està supeditada a lo que es mejor para el país y para la Institución. El bien para Inglaterra es representarla y dejar hacer a su primer ministro sin inmiscuirse en las decisiones políticas, aunque inteligentemente deje hablar y hable con sus silencios. Isabel II es una grandísima reina y su labor impecable..
Entiendo que lo que hoy digo puede ser obvio para casi todos, o sea que me he caído de un guindo, y que todos sabían que era así menos yo y otros como yo. Reconozco que sí, que me he caído, pero la serie me ha hecho pensar en otras instituciones como la Corona española o la igualmente inamovible Iglesia católica. Lo importante no es quien lleva el peso de la púrpura sino la pervivencia de la Institución. Nunca se permitiría representarlas a alguien inadecuado, si los círculos protectores funcionan.
No sé si lo he entendido bien o mal, pero eso he entendido..
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